11/29/16

Cofradías de la Vera Cruz en la Alta Alcarria (Guadalajara). 2ª parte

Recreación de la Soledad y Calvario de Trijueque, junto al antiguo camino Real que unía Madrid con Zaragoza.


Ermitas penitenciales: características generales y peculiaridades

La mayoría de las cofradías de la Vera Cruz contaban con una ermita en las afueras de las poblaciones donde custodiar sus imágenes y enseres. No eran templos de culto continuado. Ocasionalmente se celebraba misa en ellas. Sin embargo, eran lugares muy concurridos que suponían un referente en la vida espiritual de las localidades. En todo caso, son edificios vinculados al camino y al tránsito, donde rezar antes de partir de viaje o dar gracias por el feliz retorno. En algunas ermitas, como es el caso de la Soledad de Balconete y Utande, su carácter transitorio queda reforzado con la inscripción Oh vos omnes qui transivit per via… de las lamentaciones del profeta Jeremías.

Aunque por lo general las cofradías de la Vera Cruz eran corporaciones pobres y se sostenían en buena medida gracias a las donaciones los cofrades, la gran mayoría contó con ermita propia donde guardar sus imágenes y enseres. En ocasiones, su vinculación a cofradías del Rosario preexistentes que disponían de una ermita propia, les facilitó el asentamiento sin necesidad de levantar una nueva. Tal fue el caso de la Vera Cruz de Romancos que comentábamos en la primera parte. Un caso similar y muy bien documentado ocurrió en Horche: el 18 de julio 1565 el fraile dominico fray Pedro de Jaque, a la sazón obispo de Neocesárea, consagró a la Virgen del Rosario la ermita promovida por la cofradía homónima. En 1589 la hermandad se trasladó  a la parroquia, labrando un altar para su imagen titular. La ermita del Rosario se convirtió en sede de la Vera Cruz, entronizando en su altar mayor “la prodigiosa imagen de María Santísima en el doloroso paso de sola, y con su Santísimo Hijo muerto en sus brazos[1]. No siempre la vinculación de la Vera Cruz con el Rosario supuso el traslado de la titular de gloria a la parroquia. La ermita de la Virgen de la Vega de Tomellosa cuenta con dos espacios: el principal presidido por la Virgen de la Vega (cuyo culto se relaciona con el de la Virgen del Rosario, patrona de la localidad) y una capilla trasera donde se guardan los pasos de Semana Santa pertenecientes a la antigua Cofradía de la Vera Cruz[2].

Ermita de la Virgen de la Vega de Tomellosa. Los dos volúmenes se corresponden con las dos capillas, la delantera de la Virgen de la Vega, la trasera de la Vera Cruz.

Lo cierto es que, en la gran mayoría de los casos, las cofradías intentaron poseer una ermita propia. En las localidades donde no existía una cofradía del Rosario, las de la Vera Cruz tuvieron que hacer acopio de fondos para erigir una donde poder guardar sus imágenes. Sirva de ejemplo la Vera Cruz de Valdesaz: en 1625 son aprobadas sus ordenanzas por el arzobispo de Toledo. El año siguiente la cofradía pide permiso para construir su propia ermita. Entre 1629 y 1632 son continuos los pagos destinados a la construcción, entre otros al cantero Simón de Asas. Las obras se prolongaron más de lo necesario ante la incapacidad de reunir los fondos suficientes. Finalmente, en 1634 la ermita fue consagrada por el visitador del arzobispado de Toledo, a la sazón obispo de Bizerta[3].

Ermita de la Soledad. Valdesaz

Las ermitas son construcciones sencillas, generalmente cúbicas, formadas por un espacio único. Aunque son construcciones de carácter popular, podemos trazar una línea cronológica que nos permite establecer una evolución formal y estilística. La tipología más simple es aquella formada por una construcción de planta cuadrada o rectangular, con altar en el testero y puerta a los pies. Esta elemental tipología es común a todas las épocas. En algunas ermitas del siglo XVI, como Romancos , Fuentelencina, Gualda (San Roque) y Tendilla, el testero del altar presenta planta poligonal.
Ermita de la Soledad. Fuentelencina

Ermita de la Soledad. Romancos

Ermita de San Roque. Gualda

Ermita de la Soledad. Tendilla.

En los siglos XVII y XVIII se observa la tendencia a añadir sacristías, atrios y pórticos, como es el caso de Valdeavellano, con su pequeña sacristía tras el altar. La adición de estos elementos mantiene el eje longitudinal trazado por el altar mayor-puerta. Es muy extraño que las modificaciones lo alteren. Sin embargo, existe un caso, la ermita de la Soledad de Cifuentes, a la que se añadió un cuarto lateral a modo de almacén en el lado del Evangelio.

Ermita de la Soledad. Valdeavellano.

El espacio de volumen único poco a poco va desapareciendo con la adición de estos elementos, que, por otro lado, suponen la puesta en práctica de la arquitectura barroca del siglo XVII, en la que, al igual que ocurría en el románico, existe una jerarquización volumétrica de los espacios. Esta actualización se efectúa sobre ermitas preexistentes; sólo en un caso podemos hablar de una ermita construida como una “pequeña iglesia barroca” con nave, crucero con cúpula sobre pechina, presbiterio y pórtico: la ermita de la Soledad de Caspueñas.

Ermita de la Soledad. Caspueñas.

Mención especial merecen las de Atanzón y Horche.

La actual ermita de la Soledad de Atanzón es la suma de varias reformas efectuadas sobre una primitiva construcción del siglo XVI de planta cuadrada, a la que se añadió un pórtico de piedra sostenido por tres arcos sobre sendos machones. En una reforma posterior, este primer pórtico, de la misma anchura que el primitivo edificio, fue tapiado e insertado en el pequeño templo como un tramo secundario que antecede al presbiterio. El arco de los pies fue desmontado y en su lugar se construyeron unas puertas geminadas. Estas puertas se protegieron con un pórtico de madera sobre columnas toscanas. Finalmente, tras el altar mayor se levantó una sacristía-camarín con transparente, que iluminase desde atrás la imagen de la Soledad y el Santo Sepulcro situados en el altar mayor. Este espacio, cubierto con bóveda de lunetos, conserva restos de pinturas al fresco. La primitiva ermita, su ampliación a los pies y la sacristía-camarín forman al exterior un único volumen prismático cubierto por un tejado a cuatro aguas.
Ermita de la soledad. Atanzón.

Ermita de la Soledad. Atanzón. Las líneas de sillares marcan cada uno de los espacios: sacristía-camarín, presbiterio y antiguo pórtico.
Ermita de la Soledad. Atanzón. Presbiterio cubierto con bóveda de crucería. Altar mayor con transparente decorado con yeserías barrocas.
Ermita de la Soledad. Atanzón. Restos de pinturas barroca en la bóveda del camarín.

En Horche la evolución de la ermita siguió un camino parecido. La primitiva ermita de 1565, originalmente del Rosario, de la Soledad desde 1589, fue ampliamente modificada en 1692. Es probable que en ese momento adquiriese su actual aspecto de pequeña iglesia barroca con crucero cubierto por media naranja sobre pechinas con un tramo delante a modo de nave con tribuna alta a los pies. Detrás del altar mayor, la sacristía-camarín. A diferencia del ejemplo anterior, en éste se evidencia una jerarquización de volúmenes, destacando por su anchura y altura el crucero. A los pies un pórtico sostenido por cuatro columnas toscanas y un amplio atrio con poyos corridos.

Ermita de la Soledad. Horche. Media naranja sobre pechinas del presbiterio.
Ermita de la Soledad. Horche. Bóveda baida de la nave.
Ermita de la Soledad. Horche. Fuente: http://appfadeta.com/poi/ermita-nuestra-senora-de-la-soledad/

Un elemento definitorio de las ermitas penitenciales son las puertas geminadas en la fachada o puertas dobles (una en la fachada y otra en un lateral) que permiten el tránsito ordenado en el interior de las ermitas, meta estacional de las procesiones de Semana Santa que tomaban como punto de partida y regreso la iglesia parroquial. Estos vanos geminados, que hunden sus raíces en la arquitectura antigua, fueron ampliamente empleados en grandes templos durante el románico y el gótico, sobreviviendo en la modernidad en las ermitas penitenciales. Su relación con el carácter penitencial es tal que incluso aparecen en iglesias como la que antiguamente perteneció a la Cofradía de la Pasión de Valladolid y otros templos de la ciudad fundados sobre ermitas situadas en el extrarradio como el Salvador y la Magdalena[4]. Las puertas geminadas tienden a desaparecer en el siglo XVII en favor de fachadas con puerta única. Se ha asociado su desaparición a la incorporación de pasos cada vez más voluminosos[5]. No obstante, esta afirmación no es del todo concluyente, pues la aparición de pasos procesionales en la Alcarria fue temprana y paralela a la construcción de ermitas con dobles puertas[6].  Existen también otros factores que motivaron la construcción de una puerta frente a las geminadas, como son la escasez de recursos económicos o bien la reforma de la ermita inspirándose en modelos monumentales propios de una iglesia parroquial, como ocurrió en la susodicha reforma de Horche. 

Ermita de la Soledad. El Olivar.
Ermita de San Roque. Gualda.
Ermita de la Soledad. Yela.
Ermita de la Soledad. Utande.
Ermita de la Soledad. Tendilla.
Balconete. Traslados de pasos del Domingo de Ramos.

No obstante, las que cuentan con una sola puerta, ésta suele ser de grandes dimensiones, en algunas ocasiones, como Valdeavellano y Romancos, de mayor tamaño que las de la propia parroquia. Aquélla posiblemente construida a finales del siglo XVI o principios del siguiente, ésta del siglo XVII, sustituyendo posiblemente a una antigua portada geminada.

Ermita de la Soledad. Valdeavellano.
Ermita de la Soledad. Romancos

Clasificación de ermitas penitenciales de la SOLEDAD en la Alta Alcarria según sus puertas
Puertas geminadas
Dos puertas
Una puerta
Argecilla
Alocén
Aldeanueva
Atanzón
Berninches
Brihuega (capilla de la Vera Cruz)
Balconete
Fuentelencina
Budia
Cifuentes

Caspueñas (en ruina)
El Olivar

Castilmimbre
Fuentelviejo

Centenera
Gárgoles de Abajo

Cogollor
Las Inviernas

Fuentes de la Alcarria
Ledanca

Horche
Miralrío

Iriépal
Ruguilla

Irueste (Cristo del Humilladero)
Tendilla

Lupiana
Trijueque

Masegoso de Tajuña
Yela

Muduex
Durón (actualmente vivienda)

Tomellosa (Virgen de la Vega)


Trillo
Gualda* (San Roque)

Solanillos del Extremo
Mantiel * (San Roque)

Valdeavellano
Torronteras* (San Roque-arruinada-)

Valdesaz


Valfermoso de Tajuña
*ermitas con advocación de gloria, pero con posible función penitencial 

Yélamos de Abajo

Ermita de la Soledad. Alocén.
 
Ermita de la Soledad. Fuentelencina. Puerta lateral tapiada.
Ermita de la Soledad. Berninches. Fuente: http://www.pueblosdecastillalamancha.es/guadalajara/berninches

El sistema de cubrición de las ermitas es variado. Existen varias levantadas en el XVI cubiertas con bóveda de crucería estrellada, como es el caso de Atanzón y Tendilla. Otras conservan interesante techumbre de carpintería mudéjar, como es el caso de la ermita de Utande. En el siglo XVII se tiende a hacer bóvedas de yeso de medio cañón, con o sin lunetos, de media naranja sobre pechinas o baídas, siguiendo el estilo barroco del momento. Señalamos por su excepcional calidad las de Romancos, Balconete y la ermita de San Roque de Gualda, esquifadas con decoración de casetones. Las dos primeras fueron vivamente policromadas con motivos vegetales, ángeles y los “improperios”. Desafortunadamente las goteras han hecho desaparecer buena parte de estos interesantes conjuntos.
Tampoco faltaban los retablos, generalmente barrocos, que servían de marco para las imágenes. Debió ser también importante la realización de retablos de estuco, como los conservados en las ermitas de Romancos y Balconete.
Cubierta de la ermita de la Soledad de Fuentes de la Alcarria. 

Ermita de la Soledad. Romancos
Ermita de la Soledad. Balconete.
Ermita de la Soledad. Balconete.
Ermita de San Roque. Gualda.

La devoción y el esplendor de las antiguas Cofradías de la Vera Cruz de los siglos XVI y XVII decayó en la segunda mitad del XVIII. En el siglo XIX y XX este decaimiento continúa, desapareciendo muchas cofradías en estas centurias. En algunos casos las ermitas quedaron completamente desatendidas y finalmente arruinadas.

Ermitas de la Soledad desaparecidas en la Alta Alcarria
Alaminos (destruida en la guerra civil)
Almadrones
Barriopedro (iglesia parroquial desde 1940)
Brihuega (desaparecida en el siglo XIX)
Guadalajara (destruida en la guerra civil)
Guadalajara (del Rosario -también llamada de la Vera Cruz-)
Torija
Villaviciosa de Tajuña (desaparecida 1970ca)


En el entorno de las ermitas existen elementos vinculados a su función estacional y penitencial. Un elemento que pasa completamente desapercibido, y que debió existir en las ermitas asentadas en un terreno llano, fue un andito de unos dos metros de anchura que permite circundar las ermitas, el cual está en relación con la función estacional de las mismas. Este elemento hoy es conservado y usado en Atanzón y Romancos, circunvalando las procesiones la ermita antes de entrar o antes de partir en dirección a la iglesia parroquial.

Ermita de la Soledad (desaparecida). Guadalajara. Tomás Camarillo. Fuente: http://www.cefihgu.es/foto/cam-1554/
Ermita de la Soledad. Balconete. Andito asfaltado por la parte lateral y trasera.

Otros elementos más vistosos situados en el entorno de las ermitas son los calvarios y los Vía Crucis[7]. En la ciudad de Guadalajara, junto al edificio levantado sobre la desaparecida ermita de la Soledad se encuentra el popularmente conocido como paseo “de las Cruces”, denominación habitual que se impone al nombre oficial (Doctor Fernández de Iparraguirre). Su nombre es debido a un desaparecido Vía Crucis de piedra. Hoy en día solo se conserva parcialmente el de Aldeanueva, que, partiendo de la iglesia parroquial, termina en la ermita de la Soledad. En Horche existió otro que terminaba en la antigua ermita de Santa Ana hoy bajo la advocación de San Isidro. Junto a las ermitas pueden existir también cruces de hierro o piedra como en Balconete o Atanzón.

Vía Crucis (12ª Estación). Aldeanueva.

Los Calvarios, representaciones simbólicas de la cruz de Cristo flanqueada por dos de menor tamaño suelen aparecer en el entorno de las ermitas. Existe en Guadalajara una tipología[8] de Calvario compuesto por un zócalo de piedra que se asemeja al monte Calvario, rematado en un tejado a dos aguas de sillar sobre el que se asientan tres cruces. A esta tipología pertenecen los de Trijueque o el de Yélamos de Abajo, situado a la entrada del pueblo, pero existen otros más sencillos compuestos por una cruz entre olivos, como los conservados junto a las ermitas de Alocén y Romancos. Destaca por su antigüedad el de Fuentes de la Alcarria, compuesto por tres columnas sobre un zócalo de sillares rematadas en cruces de piedra. Se conserva parcialmente.

Vía Crucis. Trijueque.
Calvario. Yélamos de Abajo.
Calvario (junto a la ermita de Santa Lucía). Budia. Fuente: http://budia.es/web/historia/16-patrimonio-historico/22-ermita-de-santa-lucia-y-el-calvario-de-piedra.html
Calvario (junto a la Soledad). Romancos.
Calvario (junto a la Soledad). Alocén. Fuente: http://www.alocen.es/ermita-soledad/
Calvario (junto a la ermita de la Soledad). Fuentes de la Alcarria.

A.R.



[1] TALAMANCO, Juan de (O. de M.): Historia de la Ilustre y Leal Villa de Horche, señora de sí misma, con todas las prerrogativas de señorío y vasallaje. Madrid, 1748. pp. 173-181
[2]  Se desconoce la fecha de construcción de la ermita. Es probable que en torno a la reforma documentada en 1624 adquiriera su actual disposición. Vid. ABASCAL COLMENERO, Juan Manuel: Tomellosa a la luz de su archivo. Guadalajara, 2005. pp. 98-100
[3] ROMERA SOTILLO, Álvaro: “La Cofradía de la Santa Vera Cruz de Valdesaz”, Cuadernos de Etnología de Guadalajara, 42-44 (2011-2012), pp. 320-322.
[4] En el caso del Salvador la fachada se adorna con motivos de la Pasión. Vid. SÁNCHEZ RIVERA, José Ignacio; GONZÁLEZ FRAILE, Eduardo: Humilladeros de la provincia de Valladolid. Valladolid, 2003, p. 11.
[5] ÍDEM.
[6]  PRADILLO ESTEBAN, Pedro José: “Primeras noticias documentales de pasos de Semana Santa en Guadalajara (1551-1621)”, Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología, 62 (1996), pp. 337-154.
[7] PRADILLO ESTEBAN, Pedro José: “Circuitos penitenciales: los Vía Crucis como sendas de perfección”, Indagación: revista de historia y arte, 2 (1996), pp. 67-90; PRADILLO ESTEBAN, Pedro José: Vía Crucis, calvarios y sacromontes: arte y religiosidad popular en la contrarreforma (Guadalajara, un caso excepcional). Guadalajara, 1996. 
[8] Esta tipología fue establecida por Pradillo Esteban. ÍDEM.

11/20/16

Cofradías de la Vera Cruz en la Alta Alcarria (Guadalajara). 1ª parte


Introducción

En la comarca de la Alta Alcarria, en el entorno de Cifuentes y Brihuega (antiguas Cabezas de Partido) existió una destacable concentración de Cofradías de la Vera Cruz. Esto es debido a la suma de dos factores: la gran aceptación popular de este tipo de hermandades y el gran número de localidades, las cuales en extrañas ocasiones han superado en su momento de mayor expansión demográfica los 500-600 habitantes. Pocas eran las poblaciones que no contaron con una cofradía de la Vera Cruz que organizara las procesiones de Semana Santa. Prueba de ello son la gran cantidad de ermitas levantadas por estas hermandades que saludan o despiden al caminante en la entrada de los pueblos. Estos recoletos templos, rudos joyeros de pasos e imágenes de devoción, despiertan de su letargo en Semana Santa, convirtiéndose en Calvario de las procesiones del Jueves y Viernes Santo. Son también depositarias de la fe, la devoción y la tradición de la gente sencilla que vive los Misterios de Dios con poca teoría y mucha práctica, que levanta su mirada para dar gracias y para pedir el pan y el vino en la tierra y en el cielo.

Carta de Hermandad de la Vera Cruz de Valdesaz, 2014.


Las Cofradías de la Vera Cruz en la Alta Alcarria

Las Cofradías de la Vera Cruz han sido ampliamente estudiadas en toda España[1]. Bajo esta advocación existieron cofradías penitenciales en todo el territorio de la antigua Corona de Castilla, siendo en la mayoría de los casos las más antigua de carácter penitencial fundadas en cada localidad.
Su gestación es debida a una suma de elementos que convergen a finales del siglo XV. En el otoño de la Edad Media (siglo XIV), los misterios de la Pasión y Muerte de Cristo adquieren un creciente protagonismo. Aunque podemos buscar varias causas, podríamos decir que la Orden Francisca, que tras la desaparición de la Orden del Temple custodiaba los Santos Lugares de Tierra Santa, fueron grandes propagadores de esta devoción. A ello hay que sumar otros factores como la creciente veneración de las reliquias, especialmente aquellas relacionadas con la Pasión, en concreto el Lignum Crucis de la Vera Cruz de Cristo. En la difusión de esta devoción, jugó un papel clave un personaje trascedente en la historia de España, Pedro González de Mendoza, Cardenal de la Santa Cruz, bajo cuya advocación construyó dos edificios claves del primer renacimiento en España, el Colegio Mayor de Valladolid (hoy Rectorado de la Universidad de Valladolid) y el Hospital de la Santa Cruz de Toledo. Es apropiado recordar que la familia Mendoza tenía como epicentro de su poderío la ciudad de Guadalajara, amén de las posesiones dispersas entre la provincia y la de Madrid.

Falta un elemento para configurar lo que fueron las primeras Cofradías de la Vera Cruz: los flagelantes. En el siglo XIV emergieron en Florencia numerosos grupos de flagelantes al amparo de las órdenes mendicantes. En España este movimiento penitencial arraigó con fuerza gracias a las predicaciones de San Vicente Ferrer en las primeras décadas del siglo XV. Sin embargo, tenemos que esperar a finales de este siglo para encontrar las primeras cofradías penitenciales bajo la advocación de la Vera Cruz.

En el siglo XVI asistimos a la consolidación de las cofradías penitenciales de la Vera Cruz que servirán de modelo para el resto de corporaciones pasionarias que van surgiendo años después. Debemos subrayar dos hechos trascendentes. El primero fue la promulgación por Pablo III el 7 de enero de 1536 del documento pontificio Vivae vocis oráculo en el que concedía una serie de indulgencias y gracias a los hombre y mujeres de las Cofradías de la Vera Cruz que en estado de gracia participaran en la procesión del Viernes Santo, disciplinándose o alumbrando. Este documento pontificio zanjaba una controversia sobre la conveniencia o no de los flagelantes en los desfiles procesionales de Semana Santa. El 5 de febrero de 1536 don Francisco de Quiñones, a la sazón Cardenal de la Santa Cruz, remite a la Cofradía de la Vera Cruz de Toledo el documento pontificio junto con unas recomendaciones del doctor Pedro Ortiz. Aunque la cofradía toledana fuera la destinataria de este documento, rápidamente empezaron a remitirse a otras cofradías homónimas como la de Sevilla, Coria, etc. Podemos rastrear la difusión de este documento pontificio en la propia provincia: el mismo año de su publicación (1536), la Vera Cruz de Sigüenza obtiene un ejemplar “fielmente sacado, vuelto de latín[2]del original conservado en Roma que en 1561 es copiada ante notario para la cofradía de Palazuelos[3] .

Ermita de la Soledad de Palazuelos, levantada por la Cofradía de la Vera Cruz. Fuente: https://trapatroles.wordpress.com/2015/02/

La aplicación en 1575 de los decretos del Concilio de Trento (1545-1563) no hacen más que reafirmar una tendencia que existía desde años antes: la regularización y aprobación de las ordenanzas de las Cofradías por la autoridad eclesiástica. En 1554 son sancionadas en Toledo las ordenanzas de la Vera Cruz de Tendilla, las más antiguas documentadas por ahora en la provincia de Guadalajara[4]. En el último tercio del XVI se inicia una fase de regularización que se continua en los siglos siguientes hasta el XVIII. Lo cierto es que no se puede tomar la fecha de aprobación de las ordenanzas como la de fundación de la corporación, puesto que la mayoría ya existían. La aprobación de las ordenanzas, por un lado, otorga un corpus jurídico a los cofrades, y por otro, los sujeta a la autoridad eclesiástica y evita que en ocurrencia de hambrunas y calamidades el pueblo temeroso se disciplinase de forma incontrolada[5].

Ermita de la Soledad de Tendilla.

Según han señalado varios estudios, en la comarca de la Alcarria las cofradías penitenciales de la Vera Cruz tuvieron una amplia difusión. Esto es debido a varias causas. Por un lado, el fomento de procesiones de Semana Santa y el culto a la Pasión de Cristo defendido por el Concilio de Trento. Por otro, el hondo calado popular de la disciplina pública desde las famosas prédicas de San Vicente Ferrer, que ofrecía una práctica religiosa ritualizada que tuvo gran aceptación en zonas rurales[6]. Se ha planteado también su rápida difusión y la temprana aparición de los pasos procesionales como una herramienta para atajar los brotes heréticos detectados en conventos franciscanos como el desaparecido de la Salceda (Tendilla)[7]. Lo cierto es que, según señala García López, la implantación de cofradías de la Vera Cruz en la comarca siguió diferentes ritmos según su integración eclesiástica en el arzobispado de Toledo o en los obispados de Cuenca y Sigüenza[8]: en los pueblos de Toledo la implantación de las Cofradías de la Vera Cruz fue mucho más temprana que en los pertenecientes a la mitra de Cuenca[9].

Soledad de Balconete, (s. XVI). Una de las pocas imágenes pasionistas que sobrevivió a los destrozos de la guerra civil en la comarca.

Aunque de forma genérica se hable de cofradías de la Vera Cruz, en la documentación también aparecen tituladas con el añadido “de la Sangre de Cristo”. Muchas cofradías fundadas como cofradías de la Vera Cruz, mutaron su nombre e incuso su carácter, sobreponiéndose al espíritu cristocéntrico que alentó su fundación la devoción a la imagen titular de la Soledad (una imagen vestidera de la Virgen, sentada con una cruz con sudario a su espalda y sosteniendo a Cristo muerto en su regazo), que presidía el altar mayor de las diferentes ermitas. Podemos comprobar este hecho en el caso concreto de la Vera Cruz de Valdesaz, que en el siglo XVIII comenzó a denominarse como “de la Soledad”[10]. Convivieron ambas advocaciones durante esta centuria hasta que finalmente se impuso la segunda sobre la primera, sobreviviendo hasta la década de los sesenta del siglo XX como Cofradía de la Soledad y sin recuerdo alguno de su original título. Junto a la advocación mariana de la Soledad, tuvo también mucha importancia la de Nuestra Señora del Rosario, que en algunas localidades ejerció las veces de cofradía penitencial, como es el caso de Pastrana, cuyas constituciones fueron aprobadas por el arzobispo Gaspar de Quiroga en 1574[11]. En la ciudad de Guadalajara existió una cofradía penitencial del Rosario y otra bajo la advocación de la Soledad cuya fundación se remonta al siglo XV[12]. La devoción mariana bajo la advocación de la Soledad y del Rosario estaba ya muy extendida en la Guadalajara del XVI, asimilando las Cofradías de la Vera Cruz este bagaje espiritual. Desde San Vicente Ferrer, la Orden Dominicana había difundido entre el pueblo la penitencia pública y la devoción mariana al Santo Rosario. El establecimiento de cofradías de la Vera Cruz fue el marco legal que pretendiera evitar desmanes y abusos de grupos de disciplinantes que no tenían una organización clara y podían suponer un peligro para la autoridad eclesiástica. Sirva como ejemplo la fundación de la Cofradía de la Vera Cruz de Romancos en torno a 1580. En sus ordenanzas fija su sede en la ermita de Nuestra Señora del Rosario que debía ser de reciente construcción, pues aparece mencionada en las Relaciones Topográficas de Felipe II (fechadas el 8 de diciembre de 1580) como una de las dos ermitas modernas (junto a la de Nuestra Señora de las Carreras) que había en la localidad[13]. La relación con las Cofradías del Rosario y la devoción a la Soledad, tuvo además especial interés en la configuración del programa iconográfico de los pasos, como veremos más adelante. En resumen, como dice García López: “donde se implantó (la Vera Cruz) necesitó de la ayuda de otras cofradías como Nuestra Señora del Rosario. El rosario no tiene entidad como cuerpo para festejar, solo su fiesta. Entonces se tiene que arrimar a otras cofradías y funcionales a lo largo del año”[14].

Desaparecida ermita de la Soledad de Guadalajara, sede de la cofradía homónima. Fuente: http://www.vsoledadguada.es/historia.html

A día de hoy todavía son apreciables las conexiones entre las cofradías de la Vera Cruz y la devoción mariana de la Soledad y del Rosario. Volviendo al ejemplo de Romancos, las dos imágenes marianas que suscitan más devoción en los vecinos de la localidad son la Soledad y la Virgen del Rosario, patrona del pueblo. Aunque la cofradía de la Vera Cruz se debió extinguir en la guerra civil, hace pocos años se refundó bajo la advocación de la Soledad, cuya imagen preside las procesiones de Semana Santa y el altar mayor de la antigua ermita del Rosario, hoy bajo la advocación de la Soledad. Si hacemos un repaso a todas las ermitas de la comarca, en casi todos los pueblos existe o existió una ermita de la Soledad. Sólo una se encuentra bajo la advocación de la Vera Cruz[15]: la capilla de la Vera Cruz de Brihuega heredera de la desaparecida ermita.

Ermita de la Soledad de Romancos (3/4 s. XVI. Fachada s. XVII)

Merecen mención especial aquellas localidades grandes que en su tiempo fueron cabeza de partido y que contaron con varias cofradías penitenciales. Antes mencionábamos el caso de Pastrana donde existió una Cofradía penitencial del Rosario, pero junto a ésta debieron existir otras[16] de similar carácter. Brihuega, antigua cabeza de partido, contó con varias Cofradías Penitenciales. En 1630 la autoridad eclesiástica de Toledo aprueba las ordenanzas de dos cofradías: la Cofradía de la Santa Vera Cruz, Preciosa Sangre de Cristo y Nuestra Señora del Rosario[17] y la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y Entierro de Cristo[18]. La primera radicaba en la ermita de la Vera Cruz situada a las afueras de la Villa, cerca de la puerta de la Cadena. La otra se establecía en la parroquia de Santa María de la Peña. Aquella renovó sus ordenanzas pocos años después, en 1645[19], mientras que ésta lo hizo en 1733, bajo la siguiente denominación: Cofradía de los Misterios del Descendimiento de la Cruz de Cristo Nuestro Señor, nuestro Bien y Redentor, y Soledad de Nuestra Señora, la siempre Virgen María, su Bendita y Bienaventurada Madre[20].

A.R.








[1] Son numerosos los estudios sobre cofradías de Semana Santa. De base para los estudios sobre cofradías de la Vera Cruz, el clásico de MESEGUER FERNÁNDEZ, Juan O.F.M.: “Las Cofradías de la Vera Cruz. Documentos y notas para su historia”, Archivo Iberoamericano. Estudios históricos sobre la Orden franciscana en España y sus misiones, 109-110 (1968), pp. 199-213. Son destacados los estudios publicados en diferentes Congresos internacionales dedicados al estudio de Cofradías de Semana Santa, especialmente los de la Vera Cruz como: SÁNCHEZ HERRERO, José (dir.): Las Cofradías de la Santa Vera Cruz. Actas del I Congreso internacional de cofradías de la Santa Vera Cruz. Sevilla, 1995. Aparte de este congreso se han celebrado otros posteriores cuya documentación es de gran interés. A nivel nacional abundan las publicaciones locales y regionales. De Guadalajara son numerosas las realizadas de diferentes municipios publicadas en Wad-Al-Hayara, los Cuadernos de etnología de Guadalajara y las Actas de los Encuentros de Historiadores del Valle del Henares. Destacan dos libros monográficos: ORTEGO GIL, Pedro: Historia de la Cofradía de la Vera Cruz de Sigüenza. Guadalajara, 2009; SANZ MARTÍNEZ, Diego: La Cofradía del Santo Cristo y de la Vera Cruz de Alustante. Espiritualidad y sociedad en el Señorío de Molina (siglos XVI-XX). Guadalajara, 2010. Como síntesis a nivel comarcal del fenómeno de las Cofradías de la Vera Cruz en la Alta Alcarria es obligado citar el extenso capítulo que dedica al tema GARCÍA LÓPEZ, Aurelio: Yebes, de los orígenes a la modernidad. Guadalajara, 2012, pp.136-165. 
[2] ORTEGO GIL, Pedro: Historia de la Cofradía de la Vera Cruz de Sigüenza. Guadalajara, 2009, p. 293.
[3] BLÁZQUEZ GARBAJOSA, Adrián: “Las cofradías de Palazuelos y su organización”, Palazuelos. Historia, gentes y costumbres. Guadalajara, 1999, p. 174.
[4] FERNÁNDEZ SERRANO, Tomás: “Transcripción de la autorización por la que se crea en la Villa de Tendilla la Cofradía y Hermandad de la Vera Cruz. Año de 1554”, Cuadernos de Etnología de Guadalajara, 2 (1987), pp. 69-84.
[5] GARCÍA LÓPEZ, Aurelio: Op. Cit. p, 145.
[6] MUÑOZ FERNÁNDEZ, A: “Las Cofradías de la Vera Cruz en Castilla la Nueva. S. XVI-XVIII”, SÁNCHEZ HERRERO, José (dir.), Las Cofradías de la Santa Vera Cruz. Actas del I Congreso Internacional de Cofradías de la Santa Vera Cruz. Sevilla, 1995, p. 193.
[7] PRADILLO ESTEBAN, Pedro José: “Primeras noticias documentadas de pasos de Semana Santa en Guadalajara (1551-1621), Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología, 62 (1996), pp. 340-341.
[8] En 1955 se reorganiza la estructuración eclesiástica de Guadalajara, hasta entonces repartida entre el arzobispado de Toledo, y los obispados de Cuenca y Sigüenza, siendo la comarca de la Alcarria el punto de unión de las tres entidades. GARCÍA LÓPEZ, Aurelio: Op. Cit. p. 141.
[9] IBÍDEM, p. 144.
[10] ROMERA SOTILLO, Álvaro: “La Cofradía de la Santa Vera Cruz de Valdesaz”, Cuadernos de Etnología de Guadalajara, 43-44 (2011-2012), p. 308. En el acta de la visita de 1664 se titula a la cofradía por primera vez como “de la Soledad”. El segundo libro de cuentas, (Archivo Histórico Diocesano de Sigüenza (=AHDS), Valdesaz, Cofradías 1600-1846, Libro de cuentas de la Cofradía de la Soledad 1734-1818) ya aparece bajo esta denominiación.
[11] SANTAOLALLA LLAMAS, Manuel: Pastrana. Apuntes de su historia. Arte y tradiciones. Guadalajara, 1990, p. 170.
[12] CASTELBÓN FERNÁNDEZ, Eva; GARCÍA LÓPEZ, Aurelio: “La cofradía de Nuestra Señora de la Soledad de Guadalajara: Funcionamiento y actividades artísticas”, Cuadernos de etnología de Guadalajara, 26 (1994), pp. 125-155.
[13] Relaciones topográficas de Felipe II en la provincia de Guadalajara http://www.uclm.es/ceclm/b_virtual/libros/Relaciones_GU/ROMANCOS.htm (última consulta 18-11-2016).
[14] GARCÍA LÓPEZ, Aurelio: Op. Cit, p. 164.
[15] JUAN-GARCÍA, Ángel de: Ermitas de Guadalajara (un paseo por la historia), Guadalajara, 1997.
[16] GARCÍA LÓPEZ, Aurelio: Op. Cit, p. 143.
[17] Archivo Diocesano de Toledo (=ADT), Cofradías y Hermandades, Gu 4, expediente 22, Cofradía de la Santa Vera Cruz, Preciosa Sangre de Cristo y Nuestra Señora del Rosario. 1630.
[18] ADT, Cofradías y Hermandades, Gu 4, expediente 32, Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y Entierro de Cristo. 1630.
[19] ADT, Cofradías y Hermandades, Gu 4, expediente 22, Cofradía de la Santa Vera Cruz, Preciosa Sangre de Cristo y Nuestra Señora del Rosario. 1645.
[20] ADT, Cofradías y Hermandades, Gu 4, expediente 32, Cofradía de los Misterios del Descendimiento de la Cruz de Cristo Nuestro Señor, nuestro Bien y Redentor, y Soledad de Nuestra Señora, la siempre Virgen María, su Bendita y Bienaventurada Madre. 1733.