Introducción
Definimos
procesión como la acción de una
comunidad de fieles que camina desde un lugar santo hacia otro. Las
procesiones recuerdan al fiel que el paso por esta vida es el de un
peregrino hacia la tierra prometida de la eternidad. También
recuerdan que nuestro particular “éxodo” no lo hacemos en
solitario, sino en comunidad. En ellas los fieles se sienten
hermanados unos con otros; por ello no es casual que la práctica
religiosa por excelencia de las hermandades sean las procesiones. Es
frecuente que en las procesiones se realicen paradas o estaciones.
La palabra estación
(del latín statio) hace referencia a las paradas que se
realizan para rezar una breve oración. Significa también “estar
en guardia o en vela”, actitud imprescindible en la vida del
cristiano, la cual se enfatiza en la Cuaresma.
Después del edicto de
Milán (313), el cristianismo pasó de la clandestinidad a la
oficialidad, y es en este momento cuando debieron aparecer las
primeras procesiones. Este tipo de celebraciones no es nuevo, pues ya
están presentes en todas las culturas antiguas, en Grecia, Egipto,
Roma ... incluso en el judaísmo (recordemos el periplo del Arca de
la Alianza desde Moisés hasta que Salomón construyó el templo de
Jerusalén).
En los escritos de la
monja gallega Egeria de su viaje a Tierra Santa (381-384) describe
las estaciones que se celebraban en Jerusalén en las principales
jornadas de Semana Santa. Los fieles recorrían los principales
lugares de la Pasión, en los que se realizaban diferentes oraciones.
Santo Sepulcro de Jerusalén. |
No
podemos pasar por alto la importancia que tuvo la liturgia estacional
de la Cuaresma de la corte pontificia de Roma, señalada por algunos
como fundamento de las procesiones de Semana Santa1
. Las celebraciones estacionales de Cuaresma aparecen en Roma en el
siglo IV y se consolidan en los siglos siguientes, celebrándose ya
con relevancia en los siglos V y VI. Estas celebraciones cuaresmales,
celebradas inicialmente los viernes y miércoles (días de ayuno)
consistían en la reunión de la asamblea de fieles en una iglesia
determinada a la hora nona. Desde allí el Papa en unión con el
pueblo, manifestaba de forma solemne la naturaleza penitencial de los
días de Cuaresma haciendo una procesión guiada por una cruz en la
que se cantaban salmos penitenciales y las letanías. La procesión
concluía en una iglesia donde se celebraba una Misa Estacional.
Tanta trascendencia tuvo la liturgia estacional que fue
incluida en el Misal de San Pío V conservándose su reseña hasta el
siglo XX, desapareciendo definitivamente en el Misal de Pablo VI. La
trascendencia de la liturgia estacional fue tan importante que es
frecuente encontrar en los documentos antiguos la expresión “andar
las estaciones” o “estaciones” como sinónimo de procesión.
Esta práctica
estacional, cuyos orígenes acabamos de exponer, desemboca en
diferentes prácticas piadosas conmemorativas de la Pasión del
Señor, como son las estaciones de penitencia, es decir, las
procesiones de Semana Santa, y otras como los Vía Crucis, cuya forma
tradicional basada en 14 estaciones se fija en torno al siglo XVIII y
se populariza posteriormente. En este artículo vamos a conocer cómo
eran las estaciones penitenciales de los siglos XVI y XVII.
1.
Primeros itinerarios estacionales en España
Los primeros itinerarios
piadosos conocidos en Europa tratan de emular la experiencia vivida
por los peregrinos que viajaban a Tierra Santa. En su retorno,
trataban de levantar itinerarios piadosos con las principales
estaciones de la ciudad Santa (el Getsemaní, el Pretorio, el
Calvario...). En España el primero conocido fue el levantado en 1421
por el Beato Álvaro de Córdoba O.P. (Zamora, 1360-Córdoba, 1430)
en el cenobio de Scala Coeli, situado a diez kilómetros de Córdoba
Basándose en la semejanza orográfica de la sierra con la de
Jerusalén, construyó una especie de Sacromonte en el que se
recreaba el entorno natural de los principales espacios donde acaeció
la Pasión (el Huerto de los Olivos, el valle del Cedrón, el
Calvario...). Más conocido, y en estrecha relación con las
cofradías de Semana Santa, es el Vía Crucis instituido en Sevilla
por Fabrique Enríquez de Ribera, I Marqués de Tarifa en 1521 tras
un viaje a Tierra Santa. El itinerario parte de su palacio
(popularmente conocido como “Casa de Pilatos”) y recorre los 1321
pasos que distan del pretorio al Calvario, representado en un antiguo
Humilladero extramuros pegado al camino de Carmona, junto al
acueducto romano que suministraba de agua a la ciudad. Esta sencilla
construcción fue levantada en 1482 y parece ser que vino a sustituir
una antigua cruz de madera erigida por la Hermandad de los negros. La
cruz se convirtió en epicentro penitencial de la Cuaresma sevillana.
A ella acudían devotos y disciplinantes de forma más o menos
organizada, y frailes de todas las órdenes que con sermones
encendían la devoción de los fieles allí congregados. Estas
piadosas estaciones fueron el germen de las Cofradías de disciplina
que a partir del siglo XVI empezaron a celebrar estaciones
penitenciales los principales días de la Semana Santa. Nacen así
las primeras procesiones penitenciales de Semana Santa.
Beato Álvaro de Córdoba |
Disciplinantes y penitentes en el entorno de la Cruz del Campo. Ánonimo sevillano, siglo XVII. |
La cofradía del Polígono de San Pablo haciendo Estación en la Cruz del Campo en el año 2006. Foto: Julio Domínguez Arjona/http://www.galeon.com/juliodominguez/ |
2.
El “Monumento” de Semana Santa y la liturgia estacional
La liturgia estacional de
Semana Santa está determinada en origen por el culto eucarístico
del Monumento donde se guarda la reserva eucarística después
de la Misa in cena domini del Jueves Santo. Desde el
paleocristiano, el Viernes no se celebra Misa, pues los
oficios se centran en la Cruz del Señor, de forma que esta jornada
se comulga con la reserva de la Misa del Jueves. A partir del
siglo X, la progresiva piedad eucarística hizo que la reserva
Eucarística empezara a cobrar una mayor solemnidad. Algunos
liturgistas medievales vieron en la reserva Eucarística la
deposición de Cristo en el sepulcro; es entonces cuando aparecen los
primeros “Monumentos” (cuyo significado
etimológico es “sepulcro”) y la
costumbre de visitarlos mientras la reserva permanecía en ellos:
desde la tarde del Jueves Santo hasta los Oficios del
Viernes. Esta piadosa costumbre fue beneficiada con numerosas
indulgencias y popularizándose la visita de fieles, algunos de ellos
disciplinándose, que de iglesia en iglesia realizaban un itinerario
urbano por las principales templos de las localidades. Estos fieles
fueron poco a poco organizándose en Cofradías, dando así inicio a
las primeras cofradías de Semana Santa.
Monumento de Semana Santa de Chañe (Segovia). Foto: http://historico.radiosegovia.com |
3.
Las
primeras cofradías
En la segunda mitad del
siglo XV aparecen las primeras cofradías penitenciales de Semana
Santa, que suelen estar constituidas bajo la Vera Cruz o de la
Preciosísima Sangre (las primeras más propias de la antigua Corona
de Castilla, las segundas de la antigua Corona de Aragón), o bien
bajo otra advocación de Pasión. Estaban compuestas por dos
colectivos humanos, los “hermanos de sangre” y los “hermanos de
luz”, los primeros se fustigaban la espalda con flagelos y los
segundos portaban una vela o un hacha. Todos los Cofrades aseguraban
su anonimato bajo una túnica con capirote de lino blanco, aunque en
ocasiones los de luz vestían con similar hábito pero de negro.
Estas cofradías penitenciales fueron las primeras en realizar
procesiones penitenciales en Semana Santa, llamadas también
“procesiones de sangre”.
Fresco medieval con disciplinantes. Foto: http://lastunicas.blogspot.com.es/ |
Los
grandes propagadores de la práctica de
la disciplina fueron los frailes franciscanos y los dominicos.
San Vicente Ferrer O.P. (Valencia, 1350-Vannes, 1419) fue uno de los
grandes impulsores de las cofradías de disciplinantes en los
territorios castellano y aragonés. Por otro lado, los franciscanos,
guardianes de los Santos Lugares, propagaron con especial ahínco la
devoción a la Pasión de Cristo a través de las reliquias de la
verdadera Cruz (la Vera Cruz), abrigando en su seno la fundación de
las primeras cofradías de la Vera Cruz2.
Al culto a la Cruz se le suma la devoción a las Cinco Llagas,
iniciada por San Francisco de Asís después de haber recibido, en un
éxtasis místico, estos estigmas en su cuerpo. Fueron los
franciscanos los grandes propagadores de esta devoción que arraigó
con gran fuerza en las primitivas cofradías de la Vera Cruz, siendo
empleado con frecuencia el emblema de las cinco
llagas como escudo de estas corporaciones (junto a la Cruz
verde en el Calvario). Además, en muchas ordenanzas, se especifica
que cada hermano debía llevar el escudo
de las Cinco Llagas en el pecho del hábito penitencial. Como veremos
más adelante, esta devoción también fijó el número de
estaciones, cinco, que debía realizar cada hermandad la noche del
Jueves Santo.
Disciplinantes de la Vera Cruz de Puente Genil (Córdoba). Anónimo siglo XVI. http://perfilesmontillanos.blogspot.com.es/ |
La finalidad de estos
piadosos recorridos procesionales era el ejercicio de la penitencia
por medio de la disciplina física en una larga procesión en la que
se realizaban diferentes estaciones. En la documentación aparece la
expresión “andar las estaciones”, es decir, hacer estaciones en
diferentes iglesias y allí hacer una visita ante el Santísimo en el
Monumento. Las reglas fundacionales de la Purísima Sangre de Gerona
(redactadas en 1568 y aprobadas el año siguiente por Felipe II)
dejan bien claro que su finalidad es aglutinar a aquellas personas
devotas que en Jueves Santo se disciplinan y visitan los Monumentos
de las diferentes iglesias de la ciudad3.
Procesión de disciplinantes. |
En muchas ordenanzas del
siglo XVI se especifica que el horario de salida debía ser la noche
del Jueves Santo y que el cortejo debía recogerse pasada ya la media
noche, para poder así obtener las Indulgencias. Aunque no se
mencione el origen de estas indulgencias, debe tratarse de aquellas
concedidas por Pablo III en el “Vivae vocis oraculo” en
1536 a petición de la Vera Cruz de Toledo gracias a la mediación
del Cardenal don Francisco de Quiñones. Este documento sirvió de
sostén espiritual a la hermandad, gracias a la posibilidad de
obtener las mismas Indulgencias que si visitaran Roma en Viernes
Santo para aquellos hermanos de la Santa Cruz que, en estado de
gracia y habiendo comulgado, participaran en una procesión del
Viernes Santo portando velas o disciplinándose. Este documento, en
principio dirigido a los cofrades toledanos, se expandió
rápidamente por todo el territorio castellano y fue asimilado por
otras cofradías de disciplina similares.
El esquema procesional
era bastante uniforme y apenas se aprecian diferencias de
organización interna ni formal entre una Cofradía de Toledo y una
de Andalucía. Un requisito indispensable para poder participar en la
estación penitencial era la confesión y la comunión (condición
indispensable para poder obtener la indulgencias del vivae vocis
oraculo). Los hermanos se congregaban ya vestidos en un lugar
determinado, que bien podía ser un hospital, capilla o ermita de su
propiedad. Desde este lugar se organizaba la procesión y los
hermanos de sangre empezaban a flagelarse. En pequeñas poblaciones
la comitiva se dirigía a la iglesia,
donde recogía los pasos y al clero
parroquial. Allí la comitiva hacía la primera de las estaciones
ante el Monumento antes de salir a la calle. Una vez en la calle el
cortejo dirigía sus pasos en busca de diferentes iglesias donde
hacer las correspondientes visitas ante el Santísimo, que en
ocasiones ya estaban fijados en sus reglas. Las estaciones solían
consistir en una sencilla humillación de cada hermano ante el
Monumento, de forma que no se interrumpiera el tránsito de la
comitiva por el interior del templo. Una vez realizadas las
Estaciones, la comitiva terminaba en la iglesia de salida, se dejaban
los pasos y seguidamente se curaban las
heridas de los “hermanos de sangre”, con bálsamos preparados por
la propia cofradía.
El itinerario de estas
estaciones era generalmente largo y fatigoso, no exento de subidas y
bajadas, que en muchas ocasiones, especialmente en pequeñas
poblaciones, transitaba fuera del casco
urbano. La Cofradía de la Soledad de Huete (Cuenca) realizaba una
procesión el Viernes Santo a una legua4
o dos fuera de la ciudad5.
El número de estaciones
solía estar fijado en las reglas. Un húmero muy habitual de
estaciones era el de cinco, en memoria de las cinco llagas, cuyo
emblema llevaba cada hermano sobre el pecho de la túnica. La Vera
Cruz de Sevilla
fijaba en sus ordenanzas de 1538 la realización de cinco estaciones:
al salir de su capilla (radicada en el convento de San Francisco)
realizaba estación en la iglesia del convento de San Francisco, la
Catedral, el Salvador, la Magdalena y la iglesia del Convento
dominico de San Pablo6.
Las reglas fijaban además que debía salir a las diez de la noche y
no volver hasta
pasadas las doce para poder ganar así las gracias concedidas
para aquella noche7.
En las reglas de 1578 de la Cofradía de la Santa Cruz en Jerusalén
(El Silencio), se establece en sus
primeros capítulos la realización de la Estación de Penitencia,
que salía en torno a la hora sexta y visitaba cinco sagrarios de
iglesias cercanas a su sede8.
La pervivencia de estas cinco estaciones superó incluso las
disposiciones del Cardenal Niño de Guevara de 1604, en las que
obligaba a todas las cofradías a realizar una única estación en la
catedral: en las reglas aprobadas en 1783 se prescribe todavía la
realización de cinco estaciones, cuatro ante el Monumento
catedralicio (transitando por las cuatro caras del mismo) y una
quinta en el Monumento de la iglesia del Convento de San Antón
Abad9,
templo desde el que salía y se recogía la cofradía.
Antiguo Monumento de la Catedral de Sevilla, diseñado en 1545 por Antonio Florentín. Foto: https://www.patrimoniodesevilla.es |
Cofradía del Silencio (Sevilla) haciendo Estación ante el antiguo Monumento de la Catedral. Foto: http://www.elpasadodesevilla.com/ |
En Málaga
los estatutos de la Cofradía de la Sangre (1507) ordenaban que
se hiciera procesión “como
ha sido uso y costumbre hasta aquí” saliendo de la
desaparecida iglesia del convento de la Merced (que por aquel
entonces se encontraba extramuros). Desde allí “andaban las
estaciones” en remembranza de la Pasión de Cristo visitando cinco
templos de la ciudad: el Monasterio de
la Victoria, la parroquia de Santiago, la Catedral, la parroquia de
San Juan y la de los Santos Mártires. Desde esta última volvían
al convento de la Merced10.
Aunque
estaba muy asentada la costumbre de realizar cinco estaciones su
número podía variar. Algunas corporaciones elevaban el
número de estaciones a siete11.
Sirvan de ejemplo las Reglas de 1558 de la sevillana Hermandad de las
Cinco Llagas de Nuestro Señor Jesucristo (actualmente conocida
como Hermandad de la Trinidad)12
y las de la Vera Cruz de la Peraleja (Cuenca), fechadas en 156613.
La Hermandad de las Angustias de Granada fijaba en sus reglas la
realización de nueve estaciones la tarde del Jueves Santo (la
Magdalena, la Trinidad, la Catedral, San Gil, el convento de San
Francisco “Casa Crande”, Santa Escolástica, Santa Cruz la Real,
San Matías y su propio templo)14.
En el caso de poblaciones
pequeñas con una parroquia, las estaciones se celebraban en el
Monumento de la parroquia antes de salir del templo y después de
entrar, mientras que el resto se realizaban en cruces, calvarios o
ermitas del extrarradio. Sirva de ejemplo la Vera Cruz de Sigüenza
(Guadalajara), cuyas ordenanzas fechadas en 1562 fijaban
detalladamente el desarrollo de la estación penitencial y las
visitas que debían realizar a Monumentos y ermitas. El cortejo
iniciaba su recorrido en la parroquia de San Pedro de la Catedral,
pasaba por el claustro y de aquí a la Catedral, donde se hacía la
primera estación ante el Monumento. Una vez fuera del recinto
catedralicio la comitiva bajaba a la iglesia de Santa María de los
Huertos, extramuros de la ciudad, donde los hermanos entraban y
hacían una humillación ante el Monumento. Desde aquí discurría la
comitiva a la ermita de San Lázaro donde se verificaba la tercera
estación, para dirigir sus pasos al recinto de la ciudad hacia la
parte alta, haciendo estación ante el Monumento en la parroquia de
Santiago. La comitiva después se encaminaba hacia la Plaza Mayor y
entraba en la Catedral, donde volvía a
hacer estación ante el Monumento. Finalmente la comitiva se
adentraba en el claustro y de aquí a la parroquia de San Pedro donde
concluía el acto15.
Procesión del Viernes Santo de Bercianos de Aliste (Zamora). SANZ LOBATO, Antonio/http://www.diputaciondezamora.es |
Un caso bastante
interesante acerca del número de estaciones en función de las
posibilidades de las diferentes localidades lo encontramos en las
cofradías nazarenas que bajo la advocación de la Santa Cruz de
Jerusalén se fundaron en el siglo XVII a imitación de la cofradía
homónima de Sevilla, hoy conocida popularmente como “El Silencio”.
La fama y prestigio que alcanzó la corporación hispalense desde
principios del siglo XVII propició la fundación de cofradías
nazarenas que tomaban como modelo las reglas de 1578 que antes
citamos, pero modificando ciertos capítulos para adecuarlos al
ámbito en que se desenvolvía la cofradía. Una de estas
modificaciones afecta a la forma en que debían desarrollarse las
Estaciones de Penitencia. Sirva de ejemplo la Hermandad de Nuestro
Padre Jesús Nazareno de las Cabezas de San Juan (Sevilla), cuyas
reglas más antiguas fueron aprobadas en 1669. El capítulo XIII,
dedicado a la Estación de Penitencia, especifica que ante la falta
de “sagrarios” en los que hacer estación, la cofradía
saldría de la ermita de San Roque, haría estación ante el
Monumento de la parroquia de San Juan, se encaminaría después a la
ermita de la Vera Cruz, para volver a su ermita donde debía
recogerse una hora después de la salida del sol16.
4.
Arquitectura estacional: calvarios, cruces, ermitas y humilladeros
La relevancia de las
estaciones penitenciales propició la construcción de hitos
estacionales por parte de las propias cofradías. La tipología es
rica y variada, desde sencillas cruces de hierro forjado adosadas en
fachadas, (como las que construyó la Vera Cruz de Olivares17
-Sevilla- para efectuar las cinco estaciones), hasta
calvarios a las afueras de las poblaciones, cruces, capillas urbanas,
ermitas o humilladeros18
apartados de la población con mayor o menor complejidad
arquitectónica y decorativa. En ocasiones se recurría también a
los altares efímeros19.
También se dieron con mucha profusión los vía crucis, asociados a
veces a las construcciones antes mencionadas.
Por ejemplo, la Vera Cruz
de Yebes (Guadalajara) hacía estación la noche del Jueves Santo en
la cruz de las eras (debe tratarse del lugar donde se levantaba la
ermita de San Sebastián), en el Calvario y a
la ermita de la Soledad, para encaminar sus pasos al punto de
partida, la iglesia parroquial20.
La ermita de la Soledad, de la cual era propietaria, existía ya en
156121,
mientras que el calvario fue levantado por la propia cofradía en
166122
al lado de la ermita.
Ermita de la Soledad de Yebes (Guadalajara) |
Dentro de la tipología
de capilla estacional destacan por su calidad y singularidad las tres
levantadas por la cofradía del Socorro de Antequera que marcaban las
estaciones de su anual desfile la mañana del Viernes Santo.
Presentan la peculiaridad de ser abiertas y en tribuna, sirviendo de
anual púlpito al predicador ante la multitud. Son interesantes
construcciones de estilo barroco antequerano, siendo la más
interesante y conocida de las tres la de la plazuela del Portichuelo
(1775).
En la zona de Castilla
destacan por su abundancia las ermitas bajo una advocación de
Pasión, como la Vera Cruz, la Soledad, las Angustias o el Santo
Cristo. Es común llamarlos humilladeros, pues ante ellos los
caminantes y cofrades hacían una pequeña humillación o parada. Por
lo general se levantan a las afueras de las localidades, junto a un
camino. A la finalidad estacional de estas pequeñas y recoletas
construcciones en ocasiones se suma la de albergar los pasos e
insignias de las cofradías penitenciales, que días antes de Semana
Santa son trasladados a la Iglesia. La Cofradía de la Vera Cruz de
Valladolid levantó a sus expensas un humilladero extramuros en 1498,
conocido como “de la Cruz”, o también “de la Puerta del Campo”
por ubicarse cerca de ella. Como señala Martín de la Uña23,
fue el primer templo propio de la penitencial, levantado un siglo
antes que la iglesia penitencial, donde hacía una de las estaciones
la cofradía en su anual procesión de penitencia la tarde del Jueves
de la Cena24.
La Cofradía de la Pasión de la misma ciudad tenía también otro
Humilladero, al otro lado del Pisuerga.
El desaparecido Humilladero de la Vera Cruz de Valladolid en el plano de Diego Pérez (1787). Foto: https://www.valladolidweb.es/valladolid/loqueyanoesta/ |
La finalidad estacional
de estas pequeñas construcciones definió una tipología frecuente
en algunas zonas de Castilla, que podemos denominar “ermita
estacional”, cuya principal característica son las puertas
geminadas o la doble puerta (una en el frente y otra en un lateral)
para gestionar la entrada y la salida de la comitiva. Esta tipología
quedó tan íntimamente ligada a la construcción de ermitas, que
incluso se mantuvo en iglesias parroquiales cuyo origen se remonta a
una ermita. Las fachadas de las parroquias de la Magdalena y el
Salvador de Valladolid mantuvieron las características puertas
geminadas (ambas construidas en el siglo XVI)25,
posiblemente en recuerdo de su primitivo origen. En la misma ciudad,
la asociación de esta tipología con los templos de cofradías
penitenciales es todavía evidente en la fachada de la antigua
iglesia penitencial de la Cofradía de la Sagrada Pasión (hoy sala
Municipal de Exposiciones) levantada en el último tercio del siglo
XVII.
Iglesia de la Magdalena, Valladolid. |
Iglesia del Salvador, Valladolid |
Fachada de la antigua iglesia de la Pasión, Valladolid. |
La
asociación de ermita y Calvario en un entorno próximo se da
con frecuencia en muchas poblaciones castellanas. De hecho, en
algunas ocasiones el Calvario
se encuentra en el atrio de la ermita, frente a la fachada
principal, como puede verse en la ermita del Humilladero de
Medinaceli (Soria) o en Villalba de los Alcores (Valladolid). Son
también habituales la existencia de vía Crucis, señalizando las
catorce estaciones con cruces de piedra, siendo la ermita inicio o
final del itinerario. Un elemento que pasa desapercibido y que está
en relación con su uso estacional, son los anditos perimetrales que
rodean el edificio. Parece ser que era práctica habitual en las
estaciones penitenciales en el ámbito rural castellano rodear la
ermita al hacer estación en ella. Esta costumbre se mantiene todavía
viva en algunos pueblos de Guadalajara, pero debió ser norma común,
ya que la gran mayoría de ermitas penitenciales se encuentran a las
afueras, en llano y sin ninguna construcción adosada (aunque en
siglos posteriores se hayan añadido). En el mejor de los casos se
conserva un perímetro empedrado de 1,5-2 metros de anchura.
Humilladero de Medinaceli (Soria) |
Humilladero de Villalba de los Alcores (Valladolid) |
5.
Conclusión
Entre
los siglos XVI y XVII se gestan dos formas de itinerarios
estacionales pasionistas que tienen un origen común: por un lado las
vías sacras o vía crucis, que imitan la vía dolorosa que realizó
el Señor desde el Pretorio hasta el Calvario cargando con la cruz, y
que desembocan en vía crucis o sacromontes (como las famosas Vías
Sacras de Granada, la Cruz del Campo en Sevilla, o muchos otros vía
crucis existentes a las afueras de numerosas poblaciones españolas)
y que con el devenir de los siglos se concreta en la práctica del
rezo del Vía Crucis con sus 14 estaciones. Éstas se podían
celebrar en cualquier momento del año, aunque solían tener mayor
importancia los Viernes, especialmente de Cuaresma y el Viernes
Santo, de participación libre, con una mayor o menor organización
(había incluso hermandades). Por otro lado las Estaciones de
Penitencia, que son las expuestas en este trabajo, que son las
procesiones de Semana Santa, que solo se celebran durante esta
semana, originalmente el Jueves, posteriormente con el aumento de
cofradías el Viernes, la madrugada del Viernes hasta irse ampliando
poco a poco al resto de días de Semana Santa, desde el Domingo de
Ramos al Sábado Santo.
La motivación de las
primitivas estaciones de penitencia era
la imitación de los dolores de Cristo en su Pasión en remisión de
los pecados a través de la mortificación física de la disciplina y
el itinerario procesional. Eran actos penitenciales muy duros, con
largos recorridos, con subidas y bajadas, que en ocasiones podían
ser de varios kilómetros y transitar por caminos fuera del casco
urbano. Si a ello añadimos otros factores como el mal estado de los
caminos, la nocturnidad y la dureza del clima, nos encontramos ante
un cuadro extremadamente sombrío que
incitaba al recogimiento y al temor.
Desde su origen, estas
comitivas eran presididas por un Santo Cristo de
pequeñas dimensiones portado a mano. Con el paso del tiempo,
estas imágenes empezaron a adquirir mayor tamaño y protagonismo. En
el siglo XVI aparecen Crucifijos de tamaño natural realizados en
“papelón” que aligeraban sustancialmente su peso y facilitaban
su transporte. En la primera mitad del siglo XVI aparecen los
primeros pasos procesionales llevados a
hombros, compuestos por una imagen o por escenas que servían como
“composición de lugar” al hermano de luz y de sangre que
participaba en la procesión y al fiel que contemplaba la comitiva.
Hasta el Concilio de Trento éstos
presentan un papel secundario frente a la práctica de la disciplina.
En las últimas décadas
del siglo XVI empieza ponerse en práctica un nuevo concepto de
procesión penitencial que dará lugar a
lo que ha venido a
llamarse “cofradía barroca”, convirtiéndose el piadoso
ejercicio penitencial en una suerte de cortejo fúnebre en el que a
través de los pasos se representan las diferentes escenas de la
Pasión. Aunque la disciplina se mantuvo hasta el siglo XVIII, ésta
perdió importancia en favor de los pasos.
A.R.S.
1
- CAMPA
CARMONA, Ramón de: “Las Estaciones Penitenciales, expresión
religiosa de la Semana Santa”, en Boletín
de las Cofradías de Sevilla,
506 (2001), pp. 140-142. CAMPA CARMONA, Ramón de: “Las Estaciones
de Penitencia en la Cuaresma romana”, en Cabildo.
Semana Santa en Murcia (2015),
pp. 79-84.
2-
MESEGUER FERNÁNDEZ, Juan: “Las Cofradías de la Vera Cruz.
Documentos y notas para su historia”, Archivo
Iberoamericano. Estudios históricos sobre la Orden franciscana en
España y sus misiones, 109-110
(1968), pp. 199-213.
3-
Las ordenanzas dicen: “y
en dita ciutat hia moltas personas devotas, que quiscum any en lo
dia del Dijous Sant y en remissiò de sos pecats y en conmemoraciò
de la Passió y Sanch Sacratíssima de JesuChrist, se disciplina
cercant los moniments, lo nombre y devoció dels quals se te per
cert anirá creixent y aumentant, si en la Iglesia y Monastir del
Cárme, confore está en Barcelona en San Francesch, está
instituida y fundada, y perpetuada la dita Santa Confraría de la
Sanch e Jesu-Christ”. Cfr.
GIRBAL, Enrique Claudio: “Noticias sobre los antiguos gremios y
Cofradías de Gerona”, Revista
de Gerona, vol.
XI (1887), p. 4.
4-
Una legua viene a ser la distancia recorrida a pie durante una hora,
aproximadamente unos 5,5 kilómetros.
5-
En un escrito de protesta de los propietarios de la capilla de Fray
Ambrosio Montesino del Monasterio de San Francisco de Huete contra
el Cabildo de Nuestra Señora de la Concepción y de la Soledad
fechado el 26 de julio de 1574 se dice que “cada
Biernes, el dicho cabildo saca las dichas ymáxenes y las llevan en
procesión a los lugares de fuera de la dicha çibdad, a una legua y
a dos, de donde podría venir grandísimo peligro”. Archivo
Diocesano de Cuenca, Procedimiento
y diligençias fechas a padimiento del mayordomo del cabildo de
Nuestra Señora de la Conçeçión y Soledad de la çibdad de Huepte
sobre la proçesión del Viernes Santo y llevar insinias en ella.
Curia
Episcopal, Leg. 749, nº 352, s.f., publicado en IBÁÑEZ MARTÍNEZ,
Pedro Miguel: Orígenes
de la Semana Santa de Cuenca (Siglos XVI-XVII), Cuenca,
2007.
6-
SÁNCHEZ HERRERO, José; RODA PEÑA, José: “Muy Antigua, Siempre
Ilustre, Venerable, Pontificia, Real, Fervorosa, Humilde y Seráfica
Hermandad y Archicofradía de Nazarenos de la Santísima Vera Cruz,
Sangre de Nuestro Señor Jesucristo y Tristezas de María
Santísima”, Crucificados
de Sevilla (Tomo I),
Sevilla, 2002, p. 169
7-
Posiblemente las reglas se referían a las indulgencias concedidas
en el “
Vivae vocis oraculo”
de 1536 de Pablo III, en el cual concedía a aquellos cofrades de la
Santa Cruz que, habiendo confesados y comulgado, hicieran estación
de penitencia el Viernes Santo, obtendrían las mismas indulgencias
que si personalmente hubieran visitado Roma en la citada jornada.
8-
GARCÍA DE LA CONCHA DELGADO, Francisco: “Primitiva Hermandad de
los Nazarenos de Sevilla, Archicofradía, Pontificia y Real de
Nuestro Padre Jesús Nazareno, Santa Cruz en Jerusalén y María
Santísima de la Concepción”, Nazarenos
de Sevilla (Tomo I),
Sevilla, 1997, p. 244.
9
- Ibídem. p. 277.
10-
MATEO AVILÉS, Elías de: “III. Las procesiones y cultos en los
siglos XVI y XVII”, Semana
Santa en Málaga. La Semana Santa Malagueña a Través de su
Historia, Málaga,
1987, p. 47.
11-
Este número esta cargado de simbolismo, pues siete son los
Sacramentos, los dones del Espíritu Santo, las Palabras de Cristo
en la Cruz. Puede que su número esté en relación a la tradición
de visitar siete monumentos en noche del Jueves Santo y la mañana
del Viernes Santo que, parece ser, fue introducida en Roma por San
Felipe Neri en el siglo XVI. Esta costumbre, que tenía como
finalidad la unión del fiel a la Pasión del Señor, fue secundada
por el papado, organizándose visitas en los Monumentos de las
cuatro Basílicas Mayores (San Juan de Letrán, Santa María la
Mayor, San Pedro y San Pablo Extramuros) y las iglesias de San
Sebastián, Santa Cruz y San Lorenzo extramuros. Esta costumbre se
extendió rápidamente por todo el orbe católico. El porqué del
número de visitas alude a los siete recorridos que realizó el
Jesucristo en su Pasión: 1/ Desde el cenáculos al Getesemaní; 2/
del Getsemaní a la casa de Anás; 3/ de la casa de Anás al
tribunal de Caifás; 4/ del tribunal de Caifás al pretorio, ante
Pilatos; 5/ del pretorio al palacio de Herodes; 6/ del palacio de
Herodes al pretorio; 7/ del pretorio al monte Calvario. Esta
tradición ha pervivido hasta nuestros días, beneficiada con
numerosas indulgencias.
13-
“Y
a la hora que el cabildo hordenare, salda la proçesión por manera
que se goçe del Biernes Santo para ganar las yndulgençias; y baya
cada uno con un çirio ençendido en la mano a las siete estaçiones
que fueren señaladas por el cabildo, y buelban a la dicha yglesia”.
La
Peraleja (Cuenca), 7 de abril de 1566. Ordenanzas del Cabildo de la
Vera Cruz, publicadas en IBÁÑEZ MARTÍNEZ, Pedro Miguel: Orígenes
de la Semana Santa de Cuenca (siglos XVI-XVIII), Cuenca,
2007, p. 203
14
- PADIAL BAILÓN, Antonio: “Real Hermandad de las
Angustias y Transfixión de Nuestra Señora y Santa Úrsula y
Susana”, La Granada eterna, 21
de febrero de 2015, en web
http://apaibailon.blogspot.com/2015/02/real-hermandad-de-las-angustias-y.html
(última consulta 01/10/2018)
15-
Cfr. ORTEGO GIL, Pedro: Historia
de la Cofradía de la Vera Cruz de Sigüenza.
Guadalajara, 2009, p. 179-180.
16-
MAYO RODRÍGUEZ, Julio: “Hermandad de Nuestro Padre Jesús
Nazareno, María Santísima de las Angustias y San Juan Evangelista.
Las Cabezas de San Juan”, Nazarenos
de Sevilla (Tomo
II), Sevilla, 1997, p. 87.
17-
RODRÍGUEZ BABÍO, Amparo: “ Antigua y Primitiva Hermandad y
Cofradía de Nazarenos de la Santa Vera Cruz Preciosa Sangre de
Cristo de Jesucristo, Nuestro Padre Jesús atado a la Columna,
Santísimo Cristo de la Salud y Nuestra Señor de la Antigua”, en
Crucificados
de Sevilla (Tomo IV),
Sevilla, 2002, p. 136
18
- Este tipo de construcciones ha sido considerada por
algunos estudiosos como “previacrucis”. C. Gil, en su ensayo
España, ¿cuna del víacrucis?,
señala este tipo de construcciones como el antecedente del vía
crucis canónico de 14 estaciones que se divulgó por el orbe
Católico a partir del siglo XVIII.
19
- FERNÁNDEZ SERRANO, Tomás: “Transcripción de la
autorización por la que se crea en la villa de Tendilla la Cofradía
de la Vera Cruz”, en Cuadernos de Etnología
de Guadalajara, 2 (1987), pp. 69-86.
21-
Ibídem, p. 206.
22-
Ibídem, p. 160.
23-
MARTÍN DE LA UÑA, J.: “El primer templo penitencial”, El
Norte de Castilla, 7
de mayo de 2001, Valladolid. Citado en SÁNCHEZ RIVERA, José
Ignacio; GONZÁLEZ FRAILE: Humilladeros
de la provincia de Valladolid, Valladolid,
2003, p. 482.
25-
Ibídem, p. 11.
En definitiva me podría responder al hecho que es una constante en muchos pueblos la existencia de un humilladero, una cruz verde y un calvario. En el caso del Calvario está claro que está se trata la última estación del Via Crucis. ¿Pero por supuesto que haya una Cruz Verde en muchos pueblos, al margen que sea de forja pintada en ese color, con el significado teologico que tiene el color verde de la propia cruz (arbolde salvación)y que fuera usada por la Santa Inquisición. ¿Con que relacionaría usted el hecho repetido de una Cruz Verde en muchos pueblos que se ha conservado hasta hoy en día el nombre? ¿Es una cruz más de las que componía el viacrucis o tiene un significado singular? Le agradezco que me pueda aportar su opinión al respecto. También puede ofrecer luz cualquier persona que se encuentre capacitada para dar laguna respuesta desde su conocimiento de la religiosidad popular.
ResponderEliminarBuenas tardes,
EliminarEs muy interesante la pregunta que formula. Es cierto que en muchas poblaciones todavía se conserva, al menos, el nombre de una calle "de la Cruz Verde" aunque haya desaparecido la Cruz que originó esta denominación. La simbología de la cruz en color verde es característica de las Cofradías de la Vera Cruz, pero no es privativa, la Inquisición también tenía como emblema la cruz verde. Es probable que alguna de esas cruces estuviese asociada a un Vía Crucis o fuera colocada como hito estacional por la parroquia o alguna cofradía. Debemos tener en cuenta que antiguamente las calles de las ciudades se encontraban llenas de cruces, cuya motivación podía ser bastante amplia. Estaban por ejemplo las cruces tumularias que indicaban el lugar del fallecimiento de forma violenta, o cruces simplemente que se colocaban en la fachada de un edificio por devoción de sus propietarios. Conozco algunos casos de pueblos pequeños que aprovechaban estas cruces para señalar algunas de las estaciones de los Vía Crucis que se rezaba por las calles la mañana del Viernes Santo, de hecho una cruz en concreto fue colocada para señalar el lugar de un asesinato, aunque posteriormente sirviera para señalar la III estación del Vía Crucis.
Muchas gracias por su consideración al contestar mi pregunta y dejarme saber sus consideraciones. Tengo una intuición que la cruz verde está más relacionada con la celebración de la Cruz de Mayoo día de la Invención de la Cruz, por el motivo que sea que con otro aspecto como puede ser la celebración de la cruz de Septiembre o Exaltación de la Cruz.Esto se puede dar en muchos pueblos, existiendo una conexión a nivel popular entre el verde y la exaltación de la Primavera.
ResponderEliminarPuede haber esa conexión entre el verde y las fiestas de la cruz, especialmente la de mayo que coincide con la primavera.
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