Introducción
En la comarca de la Alta
Alcarria, en el entorno de Cifuentes y Brihuega (antiguas Cabezas de Partido)
existió una destacable concentración de Cofradías de la Vera Cruz. Esto es
debido a la suma de dos factores: la gran aceptación popular de este tipo de
hermandades y el gran número de localidades, las cuales en extrañas ocasiones
han superado en su momento de mayor expansión demográfica los 500-600
habitantes. Pocas eran las poblaciones que no contaron con una cofradía de la
Vera Cruz que organizara las procesiones de Semana Santa. Prueba de ello son la
gran cantidad de ermitas levantadas por estas hermandades que saludan o
despiden al caminante en la entrada de los pueblos. Estos recoletos templos,
rudos joyeros de pasos e imágenes de devoción, despiertan de su letargo en
Semana Santa, convirtiéndose en Calvario de las procesiones del Jueves y
Viernes Santo. Son también depositarias de la fe, la devoción y la tradición de
la gente sencilla que vive los Misterios de Dios con poca teoría y mucha
práctica, que levanta su mirada para dar gracias y para pedir el pan y el vino
en la tierra y en el cielo.
Carta de Hermandad de la Vera Cruz de Valdesaz, 2014. |
Las Cofradías de la Vera Cruz en la Alta Alcarria
Las Cofradías de la Vera Cruz han
sido ampliamente estudiadas en toda España[1].
Bajo esta advocación existieron cofradías penitenciales en todo el territorio
de la antigua Corona de Castilla, siendo en la mayoría de los casos las más
antigua de carácter penitencial fundadas en cada localidad.
Su gestación es debida a una suma
de elementos que convergen a finales del siglo XV. En el otoño de la Edad Media
(siglo XIV), los misterios de la Pasión y Muerte de Cristo adquieren un
creciente protagonismo. Aunque podemos buscar varias causas, podríamos decir
que la Orden Francisca, que tras la desaparición de la Orden del Temple
custodiaba los Santos Lugares de Tierra Santa, fueron grandes propagadores de
esta devoción. A ello hay que sumar otros factores como la creciente veneración
de las reliquias, especialmente aquellas relacionadas con la Pasión, en
concreto el Lignum Crucis de la Vera
Cruz de Cristo. En la difusión de esta devoción, jugó un papel clave un
personaje trascedente en la historia de España, Pedro González de Mendoza,
Cardenal de la Santa Cruz, bajo cuya advocación construyó dos edificios claves
del primer renacimiento en España, el Colegio Mayor de Valladolid (hoy
Rectorado de la Universidad de Valladolid) y el Hospital de la Santa Cruz de
Toledo. Es apropiado recordar que la familia Mendoza tenía como epicentro de su
poderío la ciudad de Guadalajara, amén de las posesiones dispersas entre la provincia
y la de Madrid.
Falta un elemento para configurar
lo que fueron las primeras Cofradías de la Vera Cruz: los flagelantes. En el
siglo XIV emergieron en Florencia numerosos grupos de flagelantes al amparo de
las órdenes mendicantes. En España este movimiento penitencial arraigó con
fuerza gracias a las predicaciones de San Vicente Ferrer en las primeras
décadas del siglo XV. Sin embargo, tenemos que esperar a finales de este siglo
para encontrar las primeras cofradías penitenciales bajo la advocación de la
Vera Cruz.
En el siglo XVI asistimos a la
consolidación de las cofradías penitenciales de la Vera Cruz que servirán de
modelo para el resto de corporaciones pasionarias que van surgiendo años
después. Debemos subrayar dos hechos trascendentes. El primero fue la
promulgación por Pablo III el 7 de enero de 1536 del documento pontificio Vivae vocis oráculo en el que concedía
una serie de indulgencias y gracias a los hombre y mujeres de las Cofradías de
la Vera Cruz que en estado de gracia participaran en la procesión del Viernes
Santo, disciplinándose o alumbrando. Este documento pontificio zanjaba una
controversia sobre la conveniencia o no de los flagelantes en los desfiles
procesionales de Semana Santa. El 5 de febrero de 1536 don Francisco de Quiñones,
a la sazón Cardenal de la Santa Cruz, remite a la Cofradía de la Vera Cruz de
Toledo el documento pontificio junto con unas recomendaciones del doctor Pedro
Ortiz. Aunque la cofradía toledana fuera la destinataria de este documento,
rápidamente empezaron a remitirse a otras cofradías homónimas como la de
Sevilla, Coria, etc. Podemos rastrear la difusión de este documento pontificio
en la propia provincia: el mismo año de su publicación (1536), la Vera Cruz de
Sigüenza obtiene un ejemplar “fielmente
sacado, vuelto de latín[2]” del
original conservado en Roma que en 1561 es copiada ante notario para la
cofradía de Palazuelos[3]
.
Ermita de la Soledad de Palazuelos, levantada por la Cofradía de la Vera Cruz. Fuente: https://trapatroles.wordpress.com/2015/02/ |
La aplicación en 1575 de los
decretos del Concilio de Trento (1545-1563) no hacen más que reafirmar una
tendencia que existía desde años antes: la regularización y aprobación de las
ordenanzas de las Cofradías por la autoridad eclesiástica. En 1554 son
sancionadas en Toledo las ordenanzas de la Vera Cruz de Tendilla, las más
antiguas documentadas por ahora en la provincia de Guadalajara[4].
En el último tercio del XVI se inicia una fase de regularización que se
continua en los siglos siguientes hasta el XVIII. Lo cierto es que no se puede
tomar la fecha de aprobación de las ordenanzas como la de fundación de la
corporación, puesto que la mayoría ya existían. La aprobación de las ordenanzas,
por un lado, otorga un corpus jurídico a los cofrades, y por otro, los sujeta a
la autoridad eclesiástica y evita que en ocurrencia de hambrunas y calamidades
el pueblo temeroso se disciplinase de forma incontrolada[5].
Ermita de la Soledad de Tendilla. |
Según han señalado varios
estudios, en la comarca de la Alcarria las cofradías penitenciales de la Vera
Cruz tuvieron una amplia difusión. Esto es debido a varias causas. Por un lado,
el fomento de procesiones de Semana Santa y el culto a la Pasión de Cristo
defendido por el Concilio de Trento. Por otro, el hondo calado popular de la
disciplina pública desde las famosas prédicas de San Vicente Ferrer, que
ofrecía una práctica religiosa ritualizada que tuvo gran aceptación en zonas
rurales[6].
Se ha planteado también su rápida difusión y la temprana aparición de los pasos
procesionales como una herramienta para atajar los brotes heréticos detectados
en conventos franciscanos como el desaparecido de la Salceda (Tendilla)[7].
Lo cierto es que, según señala García López, la implantación de cofradías de la
Vera Cruz en la comarca siguió diferentes ritmos según su integración
eclesiástica en el arzobispado de Toledo o en los obispados de Cuenca y
Sigüenza[8]:
en los pueblos de Toledo la implantación de las Cofradías de la Vera Cruz fue
mucho más temprana que en los pertenecientes a la mitra de Cuenca[9].
Soledad de Balconete, (s. XVI). Una de las pocas imágenes pasionistas que sobrevivió a los destrozos de la guerra civil en la comarca. |
Aunque de forma genérica se hable de cofradías de la Vera Cruz, en la documentación también aparecen tituladas con el añadido “de la Sangre de Cristo”. Muchas cofradías fundadas como cofradías de la Vera Cruz, mutaron su nombre e incuso su carácter, sobreponiéndose al espíritu cristocéntrico que alentó su fundación la devoción a la imagen titular de la Soledad (una imagen vestidera de la Virgen, sentada con una cruz con sudario a su espalda y sosteniendo a Cristo muerto en su regazo), que presidía el altar mayor de las diferentes ermitas. Podemos comprobar este hecho en el caso concreto de la Vera Cruz de Valdesaz, que en el siglo XVIII comenzó a denominarse como “de la Soledad”[10]. Convivieron ambas advocaciones durante esta centuria hasta que finalmente se impuso la segunda sobre la primera, sobreviviendo hasta la década de los sesenta del siglo XX como Cofradía de la Soledad y sin recuerdo alguno de su original título. Junto a la advocación mariana de la Soledad, tuvo también mucha importancia la de Nuestra Señora del Rosario, que en algunas localidades ejerció las veces de cofradía penitencial, como es el caso de Pastrana, cuyas constituciones fueron aprobadas por el arzobispo Gaspar de Quiroga en 1574[11]. En la ciudad de Guadalajara existió una cofradía penitencial del Rosario y otra bajo la advocación de la Soledad cuya fundación se remonta al siglo XV[12]. La devoción mariana bajo la advocación de la Soledad y del Rosario estaba ya muy extendida en la Guadalajara del XVI, asimilando las Cofradías de la Vera Cruz este bagaje espiritual. Desde San Vicente Ferrer, la Orden Dominicana había difundido entre el pueblo la penitencia pública y la devoción mariana al Santo Rosario. El establecimiento de cofradías de la Vera Cruz fue el marco legal que pretendiera evitar desmanes y abusos de grupos de disciplinantes que no tenían una organización clara y podían suponer un peligro para la autoridad eclesiástica. Sirva como ejemplo la fundación de la Cofradía de la Vera Cruz de Romancos en torno a 1580. En sus ordenanzas fija su sede en la ermita de Nuestra Señora del Rosario que debía ser de reciente construcción, pues aparece mencionada en las Relaciones Topográficas de Felipe II (fechadas el 8 de diciembre de 1580) como una de las dos ermitas modernas (junto a la de Nuestra Señora de las Carreras) que había en la localidad[13]. La relación con las Cofradías del Rosario y la devoción a la Soledad, tuvo además especial interés en la configuración del programa iconográfico de los pasos, como veremos más adelante. En resumen, como dice García López: “donde se implantó (la Vera Cruz) necesitó de la ayuda de otras cofradías como Nuestra Señora del Rosario. El rosario no tiene entidad como cuerpo para festejar, solo su fiesta. Entonces se tiene que arrimar a otras cofradías y funcionales a lo largo del año”[14].
Desaparecida ermita de la Soledad de Guadalajara, sede de la cofradía homónima. Fuente: http://www.vsoledadguada.es/historia.html |
A día de hoy todavía son
apreciables las conexiones entre las cofradías de la Vera Cruz y la devoción
mariana de la Soledad y del Rosario. Volviendo al ejemplo de Romancos, las dos
imágenes marianas que suscitan más devoción en los vecinos de la localidad son
la Soledad y la Virgen del Rosario, patrona del pueblo. Aunque la cofradía de
la Vera Cruz se debió extinguir en la guerra civil, hace pocos años se refundó
bajo la advocación de la Soledad, cuya imagen preside las procesiones de Semana
Santa y el altar mayor de la antigua ermita del Rosario, hoy bajo la advocación
de la Soledad. Si hacemos un repaso a todas las ermitas de la comarca, en casi
todos los pueblos existe o existió una ermita de la Soledad. Sólo una se
encuentra bajo la advocación de la Vera Cruz[15]:
la capilla de la Vera Cruz de Brihuega heredera de la desaparecida ermita.
Ermita de la Soledad de Romancos (3/4 s. XVI. Fachada s. XVII) |
Merecen mención especial aquellas localidades grandes que en su tiempo fueron cabeza de partido y que contaron con varias cofradías penitenciales. Antes mencionábamos el caso de Pastrana donde existió una Cofradía penitencial del Rosario, pero junto a ésta debieron existir otras[16] de similar carácter. Brihuega, antigua cabeza de partido, contó con varias Cofradías Penitenciales. En 1630 la autoridad eclesiástica de Toledo aprueba las ordenanzas de dos cofradías: la Cofradía de la Santa Vera Cruz, Preciosa Sangre de Cristo y Nuestra Señora del Rosario[17] y la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y Entierro de Cristo[18]. La primera radicaba en la ermita de la Vera Cruz situada a las afueras de la Villa, cerca de la puerta de la Cadena. La otra se establecía en la parroquia de Santa María de la Peña. Aquella renovó sus ordenanzas pocos años después, en 1645[19], mientras que ésta lo hizo en 1733, bajo la siguiente denominación: Cofradía de los Misterios del Descendimiento de la Cruz de Cristo Nuestro Señor, nuestro Bien y Redentor, y Soledad de Nuestra Señora, la siempre Virgen María, su Bendita y Bienaventurada Madre[20].
A.R.
[1]
Son numerosos los estudios
sobre cofradías de Semana Santa. De base para los estudios sobre cofradías de
la Vera Cruz, el clásico de MESEGUER FERNÁNDEZ, Juan O.F.M.: “Las Cofradías de
la Vera Cruz. Documentos y notas para su historia”, Archivo Iberoamericano. Estudios históricos sobre la Orden franciscana
en España y sus misiones, 109-110 (1968), pp. 199-213. Son destacados los
estudios publicados en diferentes Congresos internacionales dedicados al
estudio de Cofradías de Semana Santa, especialmente los de la Vera Cruz como:
SÁNCHEZ HERRERO, José (dir.): Las
Cofradías de la Santa Vera Cruz. Actas del I Congreso internacional de
cofradías de la Santa Vera Cruz. Sevilla, 1995. Aparte de este congreso se
han celebrado otros posteriores cuya documentación es de gran interés. A nivel
nacional abundan las publicaciones locales y regionales. De Guadalajara son
numerosas las realizadas de diferentes municipios publicadas en Wad-Al-Hayara, los Cuadernos de etnología de Guadalajara y las Actas de los Encuentros
de Historiadores del Valle del Henares. Destacan dos libros monográficos:
ORTEGO GIL, Pedro: Historia de la
Cofradía de la Vera Cruz de Sigüenza. Guadalajara, 2009; SANZ MARTÍNEZ,
Diego: La Cofradía del Santo Cristo y de
la Vera Cruz de Alustante. Espiritualidad y sociedad en el Señorío de Molina
(siglos XVI-XX). Guadalajara, 2010. Como síntesis a nivel comarcal del
fenómeno de las Cofradías de la Vera Cruz en la Alta Alcarria es obligado citar
el extenso capítulo que dedica al tema GARCÍA LÓPEZ, Aurelio: Yebes, de los orígenes a la modernidad.
Guadalajara, 2012, pp.136-165.
[2] ORTEGO GIL, Pedro: Historia
de la Cofradía de la Vera Cruz de Sigüenza. Guadalajara, 2009, p. 293.
[3] BLÁZQUEZ GARBAJOSA, Adrián: “Las cofradías de Palazuelos
y su organización”, Palazuelos. Historia,
gentes y costumbres. Guadalajara, 1999, p. 174.
[4] FERNÁNDEZ SERRANO, Tomás: “Transcripción de la
autorización por la que se crea en la Villa de Tendilla la Cofradía y Hermandad
de la Vera Cruz. Año de 1554”, Cuadernos
de Etnología de Guadalajara, 2 (1987), pp. 69-84.
[6]
MUÑOZ FERNÁNDEZ, A: “Las Cofradías de la Vera Cruz en Castilla la Nueva. S.
XVI-XVIII”, SÁNCHEZ HERRERO, José (dir.), Las
Cofradías de la Santa Vera Cruz. Actas del I Congreso Internacional de
Cofradías de la Santa Vera Cruz. Sevilla, 1995, p. 193.
[7]
PRADILLO ESTEBAN, Pedro José: “Primeras noticias documentadas de pasos de
Semana Santa en Guadalajara (1551-1621), Boletín
del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología, 62 (1996), pp. 340-341.
[8]
En 1955 se reorganiza la estructuración eclesiástica de Guadalajara, hasta
entonces repartida entre el arzobispado de Toledo, y los obispados de
Cuenca y Sigüenza, siendo la comarca de la Alcarria el punto de unión de las
tres entidades. GARCÍA LÓPEZ, Aurelio: Op.
Cit. p. 141.
[9] IBÍDEM,
p. 144.
[10]
ROMERA SOTILLO, Álvaro: “La Cofradía de la Santa Vera Cruz de Valdesaz”, Cuadernos de Etnología de Guadalajara,
43-44 (2011-2012), p. 308. En el acta de la visita de 1664 se titula a la
cofradía por primera vez como “de la Soledad”. El segundo libro de cuentas,
(Archivo Histórico Diocesano de Sigüenza (=AHDS), Valdesaz, Cofradías 1600-1846, Libro de cuentas de
la Cofradía de la Soledad 1734-1818) ya aparece bajo esta denominiación.
[11]
SANTAOLALLA LLAMAS, Manuel: Pastrana.
Apuntes de su historia. Arte y tradiciones. Guadalajara, 1990, p. 170.
[12]
CASTELBÓN FERNÁNDEZ, Eva; GARCÍA LÓPEZ, Aurelio: “La cofradía de Nuestra Señora
de la Soledad de Guadalajara: Funcionamiento y actividades artísticas”, Cuadernos de etnología de Guadalajara,
26 (1994), pp. 125-155.
[13] Relaciones
topográficas de Felipe II en la provincia de Guadalajara http://www.uclm.es/ceclm/b_virtual/libros/Relaciones_GU/ROMANCOS.htm
(última consulta 18-11-2016).
[14] GARCÍA
LÓPEZ, Aurelio: Op. Cit, p. 164.
[15]
JUAN-GARCÍA, Ángel de: Ermitas de
Guadalajara (un paseo por la historia), Guadalajara, 1997.
[16] GARCÍA
LÓPEZ, Aurelio: Op. Cit, p. 143.
[17] Archivo
Diocesano de Toledo (=ADT), Cofradías y
Hermandades, Gu 4, expediente 22, Cofradía
de la Santa Vera Cruz, Preciosa Sangre de Cristo y Nuestra Señora del Rosario.
1630.
[18] ADT, Cofradías y Hermandades, Gu 4,
expediente 32, Cofradía de Nuestra Señora
de la Soledad y Entierro de Cristo. 1630.
[19] ADT, Cofradías y Hermandades, Gu 4,
expediente 22, Cofradía de la Santa Vera
Cruz, Preciosa Sangre de Cristo y Nuestra Señora del Rosario. 1645.
[20]
ADT, Cofradías y Hermandades, Gu 4,
expediente 32, Cofradía de los Misterios
del Descendimiento de la Cruz de Cristo Nuestro Señor, nuestro Bien y Redentor,
y Soledad de Nuestra Señora, la siempre Virgen María, su Bendita y
Bienaventurada Madre. 1733.
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