12/19/16

Cofradías de la Vera Cruz en la Alta Alcarria (Guadalajara). 3ª parte

Recreación del interior de la ermita de la Soledad de Romancos.


Pasos e imágenes

Un elemento indispensable en las procesiones de Semana Santa son los pasos. El uso pedagógico de la imagen religiosa como reafirmación de la ortodoxia católica resultó en un temprano desarrollo del paso procesional en la ciudad de Guadalajara y su entorno.

Su temprana implantación es debida a la estrategia seguida por las autoridades eclesiásticas del antiguo Arzobispado de Toledo (al cual pertenecía hasta 1955 la mitad de la comarca alcarreña) tras declararse heréticas en 1525 ciertas prácticas piadosas de corte erasmista conocidas como “movimiento alumbrado”. Los alumbrados (o iluminados) cuestionaban las celebraciones litúrgicas y defendían una unión más personal del fiel con Dios, así como la lectura de la Biblia en lengua vulgar. Este movimiento caló con fuerza en la Guadalajara humanista de los Mendoza, uno de los focos culturales más importantes del Renacimiento en Castilla, en las primeras décadas del siglo XVI. Podemos distinguir dos vertientes de alumbrados: por un lado, los “recogidos”, que se localizaban en los conventos franciscanos de Guadalajara, Pastrana y la Salceda de Tendilla, reformados por el Cardenal Cisneros; por otro, los “dejados”, que se desarrollaron al amparo del neoplatonismo humanista de la corte de los Mendoza, siendo su epicentro el palacio del Infantado de Guadalajara.
Una vez activada la maquinaria inquisitorial, las autoridades eclesiásticas toledanas trataron de reconducir los efectos de este movimiento sobre la población, propagando formas de piedad ortodoxas, centradas principalmente en el culto a la Pasión de Cristo a través de la difusión de procesiones penitenciales. En este contexto de inestabilidad religiosa y ante la duda sobre la conveniencia de determinadas prácticas devocionales como la disciplina, la Cofradía de la Vera Cruz de Toledo obtuvo del Papa Pablo III el documento pontificio Vivae vocis oráculo, el cual respaldaba esta práctica y sirvió acicate para la fundación de numerosas cofradías penitenciales de la Vera Cruz por toda la Corona castellana.

Restos del desaparecido convento de la Salceda (Tendilla). Al fondo los restos de la capilla de las reliquias.

No podemos olvidar que al amparo de esta estrategia se fundaron los Sacromontes del Monte Celia del “refundado” Convento franciscano de la Salceda de Tendilla y la ermita “de los Judíos” de Mondéjar, cuyas representaciones de la Pasión están íntimamente ligadas a los pasos procesionales. Ambos Sacromontes fueron creados y patrocinados por miembros de la familia Mendoza: don fray Pedro González de Mendoza (1570-1630), hijo de la princesa de Éboli, reconstruyó el antiguo cenobio franciscano e ideó el Monte Celia con diferentes itinerarios piadosos estacionales en una red de calles y jardines jalonada por 15 ermitas. Fue terminado en 1604, año en que, a tenor de su fama, fue visitado por el propio rey Felipe III. Tras la Desamortización todo el conjunto y el convento se arruinó. Sin embargo, es posible conocerlo gracias a la obra Historia del Monte Celia escrita por su fundador[1]. Por otro lado, el Sacromonte de Mondéjar, se localiza en la ermita de San Sebastián, en un semisótano al que se accede por sendas puertas situadas en el altar mayor. A través de un angosto pasillo circular el fiel recorre escenas de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo compuestas por figuras de yeso de tamaño natural. Su promoción se ha atribuido al don Luis Hurtado de Mendoza, II Marqués de Mondéjar, que, retirado en sus últimos años de vida en esta Villa (muere en 1566) y preparándose para una buena muerte, centró su actividad en la construcción de su sepultura en el desaparecido convento franciscano de San Antonio y probablemente también en la construcción de este Sacromonte, cuya ejecución es datada a mediados del siglo XVI[2].

Escena de Jesús Camino del Calvario del Sacromonte de Mondéjar.

Las cofradías penitenciales de la ciudad de Guadalajara encargaron a los escultores locales pasos que se establecieron como modelos a seguir por las cofradías de la comarca. Lamentablemente la destrucción del patrimonio religioso durante la guerra civil nos ha privado de contemplar estas obras y evaluar su calidad. No obstante, y como indica Muñoz Jiménez[3] y subraya Pradillo Esteban[4], la escultura salida de los talleres de Guadalajara en la segunda mitad del siglo XVI y en la centuria siguiente cubría las necesidades de parroquias y cofradías de la comarca. Los escultores eran más “artesanos” que artistas, subsidiarios del estilo de grandes centros escultóricos castellanos, principalmente de Valladolid.

Ante la imposibilidad de conocer los desaparecidos pasos, aparte de consultar documentación, estudios de investigación y fotografías antiguas, hemos recurrido al testimonio de personas que en su niñez conocieron los antiguos pasos antes de su destrucción. Durante la posguerra se restituyeron los pasos desaparecidos con nuevos simulacros, generalmente seriados.

Virgen de la Soledad de Aranzueque (desaparecida en 1936). Tomás Camarillo. Fuente: http://www.cefihgu.es/foto/cam-0975/
Virgen de las Angustias de Lupiana (desaparecida en 1936). Tomás Camarillo. Fuente: http://www.cefihgu.es/foto/cam-0729/
Iglesia de San Ginés. Guadalajara. A la izquierda de la tumba de doña Elvida de Quiñones se conservó hasta su desaparición en la Guerra Civil un conjunto de a Soledad. Francisco Layna. Fuente: http://www.cefihgu.es/foto/lay-0308/

¿Con qué pasos contaban las cofradías de la Vera Cruz? Al igual que el resto de cofradías penitenciales castellanas, las de la Alcarria trataron de recrear en sus cortejos una secuencia narrativa de los principales momentos de la Pasión y Muerte de Cristo. El número de pasos dependía del respaldo humano y económico de cada cofradía. Había dos imágenes que nunca solían faltar: la Soledad, denominada también Quinta Angustia o Virgen de las Angustias, y un Cristo Crucificado “a modo de guión”[5], es decir, portado por una persona y no en andas.

Balconete. Virgen de la Soledad. 
Horche. Virgen de la Soledad
La ermita del Rosario de Guadalajara (mentada en algunos documentos como de la Vera Cruz) era presidida por un simulacro de la Soledad (piedad vestida de viuda a la usanza de los Austrias) que sirvió de modelo para buena parte de las poblaciones de la comarca[6].


Palazuelos (comarca de la Serranía de Guadalajara). Cristo "a modo de guión". Segunda mitad del siglo XVI.

Cristo "a modo de guión" de Valdesaz. Sustituye al destruido en la guerra civil.
Las imágenes de Cristo Crucificado “a modo de guión” eran de pequeñas dimensiones (una vara -0,83 cm aproximadamente-). En ocasiones contaban con una cruz larga que permitía posarlo en el suelo. Su inclusión en los desfiles penitenciales es heredera de las comitivas de flagelantes medievales que hacían disciplina pública acompañados de uno o varios crucificados. La imagen de Cristo Crucificado participaba también en los entierros, junto al pendón, los oficiales con varas y todos los hermanos que alumbraban con cera el cortejo fúnebre (principal labor asistencial de estas cofradías) que precedía al difunto. En algunos pueblos, como es el caso de Valdesaz, se ha mantenido esta costumbre hasta hace pocos años.

Las cofradías que contaban con mayor respaldo humano y económico fueron sumando nuevos pasos que completasen la narración secuencial de la Pasión, representando los misterios dolorosos del Rosario, cuya devoción fue el germen de las cofradías de la Vera Cruz en la comarca. Siguiendo los cinco misterios, nos encontramos con los siguientes pasos:  Oración en el Huerto, Azotamiento de Jesús, Coronación de Espinas, Jesús camino del Calvario (Nazareno) y Muerte de Jesús en la cruz. Estos pasos desfilaban sobre andas de color negro, acorde con el acto luctuoso que se celebraba.

A estas escenas hay que sumar el paso del Sepulcro, con la imagen de Jesús Yacente depositado en una urna ricamente tallada y dorada. Es muy probable que buena parte de estas imágenes tuvieran articulados los hombros para efectuar la ceremonia del Descendimiento en la tarde del Viernes Santo, que se popularizó en el siglo XVII en la comarca. Sólo ha llegado a nosotros el Cristo Yacente de Balconete, cuyas articulaciones fueron rellenadas de algún tipo de mortero para mantenerlas fijas al cuerpo. Esta intervención muy probablemente fuera realizada en el último tercio del siglo XVIII, después de prohibirse en el arzobispado de Toledo la celebración del Descendimiento de Cristo en la tarde del Viernes Santo. La aprobación eclesiástica de una Cofradía del Santo Entierro y Soledad en Brihuega en 1630 y la fundación en 1666 de la ceremonia del Descendimiento por fray Miguel de Yela Rebollo para la cofradía de la Vera Cruz de Auñón “para la mayor devoción de los fieles de esta villa y de su comarca”[7], evidencian la popularización de este acto. Sin embargo, la desaparición de casi todo el patrimonio religioso en la comarca durante la última contienda civil nos impide conocer el calado de esta ceremonia.

Balconete. Cristo Yacente. 

Para la celebración de esta nueva procesión del Viernes Santo que conmemoraba el Entierro de Cristo, algunas cofradías optaron, posiblemente debido a motivos económicos, por emplear la imagen de Cristo muerto del conjunto de la Soledad como paso del Sepulcro, bien de forma temporal durante las procesiones, bien de forma permanente. Este último caso llevaba aparejado la alteración del bastidor de la imagen mariana, pasando de postura sedente a erguida, amparada por el auge de icono mariano de la Soledad de la Victoria de Madrid, cuyo prototipo fue copiado profusamente en todo el territorio de la monarquía hispana durante el siglo XVII.

En la comarca alcarreña solo hemos podido comprobar un caso de segregación en Cifuentes, donde existió un Cristo Yacente en la Cueva del Beato, que, por la postura del cuerpo, los brazos y las piernas, delatan su pertenencia a un antiguo conjunto de la Soledad. Encontramos además casos similares en la Serranía de Guadalajara: la Soledad de Palazuelos, que formaba antiguamente un conjunto escultórico con la imagen de Cristo Yacente, hoy segregado en el paso del Santo Sepulcro, y el Cristo del conjunto de la Soledad Cercadillo, que es sacado en Semana Santa como paso del Santo Sepulcro, integrándose el resto del año en el conjunto de la Soledad.

Cifuentes. Cristo Yacente de la Cueva del Beato. Francisco Layna. Fuente: http://www.cefihgu.es/foto/lay-0245/

Palazuelos (comarca de la Serranía de Guadalajara). Soledad, segunda mitad del siglo XVI.
Palazuelos (comarca de la Serranía de Guadalajara). Cristo yacente, segunda mitad del siglo XVI.
Cercadillo (comarca de la Serranía de Guadalajara). Conjunto de la Soledad en la ermita.
Cercadillo (comarca de la Serranía de Guadalajara). Santo Sepulcro y detrás Virgen de la Soledad preparados para la procesión.


Otro tipo de paso que adquirió gran popularidad es formado por imágenes de Jesús Nazareno vestido con túnica de tela morada, cordón al cuello, portando la pesada cruz, caído o de pie, solo o acompañado por más figuras. En Romancos y Tomellosa de Tajuña[9] existieron pasos de Jesús con la cruz a cuestas acompañados por un Cirineo. En Valdesaz[9] y Trijueque[10], otros Nazarenos caídos ayudados por el Cirineo y precedidos por un sayón con trompeta. En Balconete se conserva un paso que muestra esta escena. Sin embargo, sale en procesión incompleto: el sayón de la trompeta es portado solo en unas andas al inicio del cortejo. Estos pasos “de misterio” (aquellos que contienen varias figuras) debieron tener como referente el encargado en 1574 por la Cofradía de la Soledad de Guadalajara a los escultores Diego y Lucas de Rueda “el joven” compuesto por un Cristo con la cruz a cuestas ayudado por un Cirineo y precedido por un sayón “que tira de la soga”[11]. La popularidad de este paso se debe a la devoción que despertó este pasaje de la Pasión en el siglo XVII, centuria caracterizada por la gran producción de imágenes de Jesús Nazareno y por la fundación de cofradías homónimas.

Balconete. Imagen de Jesús caído con la cruz a cuestas.
Balconete. Paso de Jesús caído en procesión.
Balconete. Sayón trompetero.
Juntos a estos pasos, las corporaciones más pudientes fueron añadiendo otros: la Oración en el Huerto, Jesús atado a la Columna, y el Ecce Homo o Cristo coronado de espinas, completando así las principales escenas de la Pasión. Sólo las cofradías radicadas en localidades grandes (más de 700 habitantes) contaron con un ciclo completo de la Pasión. Conocemos, con seguridad, ciclos compuestos por, la Oración en el Huerto, Jesús atado a la Columna, Jesús Coronado de Espinas, Jesús con la cruz a cuestas, Santo Sepulcro y Soledad en Brihuega, Romancos y Balconete. El número de hornacinas y las imágenes repuestas en la posguerra nos hacen sospechar que Tendilla también debió poseer un conjunto completo, mientras que otras localidades como Cifuentes, Berninches y Horche, contaban con conjuntos casi completos[12].

Horche. Paso de la Oración en el Huerto.
Horche. Cristo atado a la Columna.
Hontanares. Cristo "de la caña".




Los pasos en las ermitas

Las imágenes y pasos son colocados de forma similar en las ermitas: La Soledad preside el altar mayor, mientras que en hornacinas, mesas o repisas laterales se reparten el resto de pasos. En ocasiones las andas sin brazos sirven de peana, especialmente para los conjuntos de varias figuras.

Miralrío. Ermita presidida por el conjunto de la Soledad.

Trijueque. Soledad en el altar mayor y diversos pasos dispuestos en los laterales.
Los pueblos que contaban con conjuntos completos los disponían siguiendo una colocación concreta: en el altar mayor la Soledad; bajo ella el Cristo Yacente; a ambos lados el Cristo Atado a la Columna y el Cristo Coronado de Espinas. En los muros laterales, en grandes hornacinas excavadas se colocaban los “pasos de misterio” de la Oración en el Huerto y Jesús con la cruz a cuestas. De izquierda a derecha los misterios ubicados en los laterales mantenían un orden correlativo: Oración en el huerto, Cristo atado a la columna, Coronación de espinas y Jesús camino del Calvario. Esta disposición permitía recorrer los principales misterios de la Pasión, que servían como composición de lugar al fiel que rezaba los misterios dolorosos del Rosario.

Analicemos detenidamente cada uno de los casos:

Brihuega

La antigua y maltrecha ermita de la Cofradía de la Vera Cruz, que había resultado parcialmente destruida en el asalto del 8 de diciembre de 1710 por el ejército de Felipe V, fue definitivamente demolida en el siglo XIX, trasladándose sus imágenes y enseres a una nave de la planta baja del castillo. La gran nave abovedada, antiguas caballerizas de la fortaleza, fue consagrada entonces como capilla de la Vera Cruz. El alargado espacio se dividió en dos. Un tabique separaba la capilla de una pequeña estancia trasera empleada como camarín, sacristía y almacén. El espacio del presbiterio se delimitó con una verja de madera, colocándose en él todas las imágenes y pasos. Llama la atención que se concentraran todas en el presbiterio y no se repartieran por los muros de la nave como se hizo posteriormente en los años cuarenta del siglo XX cuando se recompusieron los pasos destruidos. Lo más probable es que la disposición de imágenes mantuviera la de la desaparecida ermita, asemejando el espacio del presbiterio al de su primitiva sede. Para ello se horadaron dos hornacinas de gran tamaño a cada lado donde se ubicaron el paso de la Oración en el huerto y el Cristo Caído con la Cruz a cuestas, cada uno con sus altares. La hornacina central del altar mayor la ocupó la imagen de la Dolorosa y junto a ella sendas imágenes de Cristo, atado a la Columna y Coronado de Espinas. Sobre las puertas de los extremos del presbiterio, que daban acceso a la estancia trasera, existían dos imágenes de vestir, de ¿la Magdalena? y San Juan Evangelista sobre sendas repisas. En las fotografías anteriores a la guerra civil no aparece el paso del Santo Sepulcro, ya que pertenecía a la Hermandad del Santo Entierro o de la Soledad, que radicaba en la parroquia de Santa María.

Brihuega. Capilla de la Vera Cruz antes de la guerra civil. Francisco Layna. Fuente: http://www.cefihgu.es/foto/lay-0194/
Brihuega. Capilla e la Vera Cruz actualmente. Fuente: http://www.foro-ciudad.com/guadalajara/brihuega/fotos/207050-capilla-de-la-veracruz.html

Balconete

La ermita de la Soledad de Balconete es una de las grandes joyas del arte religioso de la comarca, una pequeña construcción que no se vio afectada por las furias iconoclastas de la guerra civil. Levantada a finales del siglo XVI, tiene planta rectangular. Su cubierta es una bóveda esquifada del siglo XVII, decorada con casetones geométricos de yeso, policromados con vivos colores. Por desgracia, la parte superior ha perdido la pintura por efecto de las goteras. Es probable que, al igual que ocurría en la ermita de la Soledad de Romancos, las pinturas se extendieran por las paredes, o al menos por las pilastras y fondos de las hornacinas laterales, actualmente pintadas de blanco. No es descartable que los paramentos todavía conserven policromía bajo las capas superficiales del yeso.

Balconete. Interior de la ermita de la Soledad.
Balconete. interior de la ermita de la Soledad.

El altar mayor está decorado con un retablo barroco de finales del siglo XVII o principios del XVIII. Consta de banco, cuerpo principal de tres calles y ático. En la hornacina principal preside la imagen de la Soledad, conjunto posiblemente realizado en el siglo XVI. Bajo la hornacina, el Cristo Yacente protegido por una cristalera es talla de carácter popular, completamente repintada, posiblemente realizada entre finales del siglo XVI y principios del XVII. Originariamente la imagen protagonizaba el acto del Descendimiento.  A finales del siglo XVIII o principios del XIX las articulaciones fueron inutilizadas rellenándose los hombros de masilla, de forma que los brazos quedaran pegados al cuerpo. Esta intervención debió ser consecuencia de la prohibición de celebrar el acto del Descendimiento decretada en el antiguo Arzobispado de Toledo en 1778. Sale en procesión en unas andas-sepulcro de estilo barroco, ricamente talladas, realizadas en la segunda mitad del siglo XVII.

Balconete. Retablo mayor de la ermita de la Soledad.
Balconete. Cristo Yacente en la vitrina del banco del retablo.
En el lado del Evangelio del altar mayor se sitúa, sobre un podio de madera, la Oración en el Huerto, compuesto por un Cristo arrodillado de vestir y un olivo con un angelito que porta un cáliz; al otro lado, también sobre podio, el paso de Jesús caído con la cruz a cuestas ayudado por el Cirineo. Estas dos imágenes contrastan entre sí en calidad y proporción.

Balconete. Paso de la Oración en el huerto.
Balconete. Paso de Jesús con la cruz a cuestas.
Balconete. Cirineo del paso de Jesús con la cruz a cuestas.
En los muros laterales de la ermita, en sendas hornacinas de estuco, se ubican el Cristo Atado a la columna (en el lado del Evangelio) y el Cristo Coronado de Espinas (lado de la Epístola). El primero parece obra del último tercio del siglo XVI aunque fue modificado posteriormente (posiblemente en el siglo XVII), colocándosele ojos de cristal y repolicromándose totalmente. La segunda imagen sale en procesión representando el misterio de la Coronación de Espinas, entre el Cristo Atado a la Columna y Jesús con la Cruz a cuestas. Sin embargo, nos remite por su gesto de melancolía al Cristo de la Humildad y Paciencia, que, dentro del relato de la Pasión, se sitúa en el Monte Calvario en el momento previo a la crucifixión.


Balconete. Cristo atado a la Columna.

Balconete. Cristo Coronado de Espinas.

En el Sacromonte de Mondéjar, se omite la Coronación de Espinas, mientras que aparece el Cristo de la humildad y Paciencia rodeado de sayones, representando el instante previo a la crucifixión, en el que Cristo, despojado de sus vestiduras, espera a ser crucificado[13]. Sería interesante ahondar en la relación iconográfica de estos dos conjuntos, radicados en dos localidades pertenecientes a la Casa Mendoza: Balconete, al marquesado de Montesclaros y Mondéjar al marquesado homónimo.

Mondéjar, Sacromonte de la ermita de San Sebastián o "de los Judíos". Escena del Calvario con el Cristo de Humildad y Paciencia.
En el lado de la Epístola, junto a la puerta, se ubica el último paso, compuesto por el sayón de la trompeta que originalmente formaba parte del paso de Jesús con la cruz. Es probable que debido al excesivo peso del misterio fuera segregado del conjunto y sacado en procesión en unas pequeñas andas al principio de la misma.

Balconete. Detalle del sayón "trompetero".


Tendilla

La ermita fue construida en la segunda mitad del siglo XVI. Cuenta con puerta geminada con pilar central. Su planta es cuadrada con cabecera poligonal. Se cubre con bóveda de crucería. Las imágenes actuales son posteriores a la guerra civil. Por el número de hornacinas y la disposición de imágenes, debió contar en origen con una Soledad: en las ordenanzas de 1554 se especifica la hechura de una similar a la de la Cofradía del Rosario de Guadalajara. Bajo ella se depositaba el Santo Sepulcro. En sendas hornacinas labradas en los paños laterales de la cabecera debieron ubicarse un Cristo atado a la columna y un Cristo coronado de espinas, sustituidos en la posguerra por los actuales. En esta reposición una copia seriada del Cristo de Medinaceli ocupó el lugar del Cristo coronado de espinas, siguiendo una tendencia propia de estos años de reponer los conjuntos con imágenes que gozaban de una devoción masiva. En los muros laterales se conservan grandes nichos rectangulares donde debieron ubicarse la Oración en el Huerto y un Jesús con la Cruz a cuestas. Este último es hoy sustituido por un Cristo caído de Olot.

Tendilla. Ermita de la Soledad antes de la última reforma. Fuente: https://www.uam.es/personal_pdi/ciencias/depaz/mendoza/tsoledad.htm
Tendilla. Interior de la ermita de la Soledad después de la última intervención.
En fotografías anteriores a la última reforma puede apreciarse una estructura de obra por encima del altar, donde se colocaba el sepulcro. Esta estructura recuerda a otros ejemplos que veremos a continuación. En estas mismas fotografías se aprecia la existencia de restos de policromía a los lados de la hornacina de la Virgen. Lamentablemente en la última reforma se ha picado el muro de la hornacina y los bajos, dejando la piedra vista y perdiéndose los pocos restos que quedaban de policromía. También se ha suprimido el podio de piedra sobre el que se depositaba el Santo Sepulcro.

Romancos

Posiblemente sea la ermita más compleja e interesante de todas las que estamos comentando. Su ubicación, a la vera del camino de entrada al pueblo, cimentada sobre una era y con el telón de fondo del valle del Berral, la convierte en una de las más atractivas de todas las construcciones pasionistas de la Alcarria. Sabemos que en 1580 ya estaba construida como ermita del Rosario, y era calificada como una de “las modernas” junto con la de Nuestra Señora de las Carreras, por lo que deducimos que no tenía por entonces muchos años de existencia. En esta década son aprobadas las ordenanzas de la Vera Cruz, cofradía que se instala en la ermita del Rosario, cambiando con el tiempo su advocación por la de la Soledad, como hoy es conocida.

Se trata de una construcción de planta cuadra con cabecera poligonal. Originalmente se cubría con bóveda de crucería. Por su hechura y dimensiones recuerda mucho a la de Tendilla, y es probable que, al igual que ésta, contara con una puerta geminada. En el siglo XVII experimentó una intensa reforma. La antigua fachada fue sustituida por la actual, compuesta por una gran puerta abocinada flanqueada por pilastras que sostienen un frontón rematado por un calvario. Corona la fachada un gran frontón curvilíneo de gran altura horadado en su centro por una tronera en la que, hasta la guerra civil, había un campanillo. El airoso remate, de líneas rectas y curvas, cuenta en su base con desagües, hoy inutilizados por la modificación del tejado, que antiguamente vertía en la fachada.  Tres pares de bolas rematan el alero del gran tímpano, coronado por una estructura en forma de templete en el que se inserta una veleta. Conserva delante de la fachada un pequeño atrio de sillar, y en las inmediaciones, un calvario compuesto por una cruz metálica flanqueada por sendos olivos.

Romancos. Fachada de la ermita de la Soledad.
En el interior, una hornacina renacentista decorada con casetones en su intradós cobija la imagen titular de la Soledad. El resto de pasos e imágenes, los cuales no fueron totalmente restituidos en la posguerra, se situaban en sendas ménsulas en los paños laterales de la cabecera y en retablos de estuco en los muros laterales. En el testero se levanta una especie de meseta de obra con escaleras laterales que permiten ascender y venerar la imagen de la Virgen a modo de camarín abierto. Aunque fue alterado en los años setenta del siglo XX, conserva más o menos la estructura original. En la parte baja existe una bóveda de medio cañón oculta por una cortina, actualmente usada como trastero, que originalmente debió formar parte de una estructura más compleja abierta bajo la primitiva mesa del altar, hoy desaparecida.

Romancos. Interior de la ermita de la Soledad.


Romancos. Hornacina central de la Soledad.
Romancos. Retablo lateral del lado del evangelio.
Romancos. Bóveda esquifada de planta ochavada.
En un principio estaba cubierta por una bóveda de crucería estrellada que, en las reformas acometidas en el siglo XVII, fue suprimida y sustituida por la actual esquifada de planta octogonal, decorada con casetones. La bóveda estaba completamente decorada con motivos vegetales, veneras y marmoleados en las molduras. Es probable que la fecha que aparece en el arco de la hornacina de la Soledad -1760- (repintada en los años 90) datase el año en que se policromaron las bóvedas y el interior de la ermita. 

Lamentablemente, unas goteras desprendieron casi toda la policromía a mediados del siglo XX. Sin embargo, se conserva la policromía en los muros y la cabecera bajo la capa de yeso. Otros restos de policromía localizados en zonas marginales como la bóveda bajo la meseta o la superficie interior de los portones, nos hacen sospechar que toda la superficie parietal estaba completamente policromada. Es también probable que los fondos de los retablos laterales y de la hornacina central (repintada con esmalte acrílico) recrearan fondos nocturnos de paisajes similares al de la cruz en el calvario del casetón central de la bóveda. El aspecto original debía resultar deslumbrante: un espacio lleno de color que envolvía al fiel absorto en la oración y la contemplación de los Misterios de la Pasión y Muerte de Cristo. En la década de los años noventa del siglo XX se realizó una intervención poco afortunada repintándose gran parte de la superficie de retablos, ménsulas, hornacina central y bóveda.

Romancos. Detalle de una de las ménsulas laterales. En el muro se transparenta la policromía que subyace bajo el yeso.
Romancos. Interior de los portones decorados con casetones pintados.
Romancos. Detalle de la bóveda bajo la meseta del altar mayor.
Romancos. Recreación del interior de la ermita con sus pasos originales y completamente policromada.
Los pasos se disponían manteniendo la forma que venimos comentando: el conjunto de la Soledad presidía el arco principal; en los paños laterales del ochavo, sobre sendas repisas las imágenes del Cristo de la Columna y el Cristo coronado de espinas, portando este último una clámide de tela y una caña. En las hornacinas enmarcadas por retablos de estuco se ubicaban los pasos de la Oración en el Huerto y Jesús con la cruz a cuestas acompañado por el Cirineo. A los pies de la Virgen, asentado sobre la meseta, se encontraba el Santo Sepulcro con la imagen de Jesús Yacente. No obstante, creemos que ése no era su emplazamiento original, sino que se ubicaba bajo la bóveda inferior junto con unas esculturas conocidas como “las Magdalenas” de cuya existencia dan testimonio las personas de más edad. Este conjunto formado por el Santo Sepulcro y “las Magdalenas”, y su ubicación en una especie de gruta bajo el altar, guarda ciertas concomitancias con del Entierro de Cristo del Sacromonte de Mondéjar, conocido popularmente como “las Marionas”, en alusión a las tres Marías enlutadas situadas tras la imagen de Cristo Yacente. Es conveniente recordar que el historiador Juan Catalina García, que conoció el Sacromonte antes de la destrucción de la guerra civil, identificó la desaparecida talla del yacente[14] como la única de madera de todo el conjunto, la cual bien podría ser trasladada junto a la imagen de la Dolorosa, creando nuevas escenas sobre las que meditar[15]. Encontramos otro ejemplo de esta tipología en el Sacromonte del Monte Celia de Tendilla, dónde existía una ermita de dos plantas; la inferior recreaba el Santo Sepulcro como una especie de gruta, y en la superior se levantaba la ermita del Calvario, compuesta por un Cristo crucificado entre los ladrones. Es probable que la Vera Cruz de Romancos tratara de imitar estos modelos, construyendo bajo el altar de la ermita una pequeña gruta a modo del Sepulcro, donde, como colofón de la procesión del Viernes Santo, depositar la imagen de Cristo yacente mientras era llorado por unas imágenes llorosas de las Marías: “las Magdalenas”.

Mondéjar. Sacromonte. Escena del Entierro con "las Marionas" detrás del cuerpo yacente de Cristo.
Tendilla. Sacromonte del Monte Celia. Detalle de la ermita del Sepulcro y del Calvario.

Dentro de esta misma tipología, no podemos olvidar la ermita de la Soledad de Berninches, construida y decorada en el siglo XVII. Cuenta con una meseta similar a la de Romancos desarrollada en un presbiterio más ancho y con mayor monumentalidad. Destacan sus dos escaleras, de gran anchura, que permiten ascender a la meseta. En el centro del muro del testero se encuentra la hornacina de la Soledad, cubierta con un medio baldaquino sostenido por sendas columnas corintias apoyadas sobre plintos. La mesa del altar se sitúa sobre la meseta y bajo la hornacina central. Al igual que en Romancos, cuenta con una hornacina a modo de gruta bajo la meseta, que seguramente cobijaba el Santo Sepulcro. Es de lamentar el estado de semiabandono y deterioro en que se encuentra conjunto tan excepcional como este.

Berninches. Interior de la ermita de la Soledad.
Berninches. Interior de la ermita de la Soledad.


Conclusión

Todos estos ejemplos, localizados dentro del antiguo Arzobispado de Toledo (salvo Cifuentes que era de Sigüenza) se sitúan en el entorno del río Tajuña. Berninches es el único pueblo localizado fuera de la ribera, entre Tendilla y Auñón. Varias de estas poblaciones alojaban conventos franciscanos (La Salceda de Tendilla, San José de Brihuega, San Francisco de Cifuentes, así como los pequeños cenobios de Horche y Auñón), o bien se encontraban vinculadas a la jerarquía eclesiástica del arzobispado (Brihuega era cabeza de un señorío perteneciente al arzobispo de Toledo, y en Romancos todavía se conservan los restos de un palacio episcopal). Otras de estas poblaciones pertenecían al señorío de los Mendoza: Balconete al Marquesado de Montesclaros y Tendilla al condado homónimo, sujeto al mayorazgo de la casa Mendoza junto con el marquesado de Mondéjar.
Aunque carecemos de suficiente documentación como para conocer los detalles sobre cómo se gestaron todas estas ermitas y conjuntos de pasos, lo cierto es que evidencian, no solo el auge y esplendor de las cofradías penitenciales en la comarca entre los siglos XVI y XVII, sino también la forma en que las poblaciones de la comarca asimilaron los itinerarios piadosos y los recursos arquitectónicos y escultóricos de los Sacromontes para adaptarlos a sus propias ermitas penitenciales.  




[1] MARÍAS, Fernando: “El verdadero Sacro Monte, de Granada a La Salceda: Don Pedro González de Mendoza, Obispo de Sigüenza y el Monte Celia”, Anuario del Departamento de Historia y Teoría del Arte (U.A.M.), Vol. IV (1992), pp. 133-144.
[2] PRADILLO ESTEBAN, Pedro José: “El “Libro de la Oración” de Fray Luis de Granada y “Los Judíos” de Mondéjar”, Cuadernos de arte e iconografía, Tomo 8, 15 (1999), pp. 215-246; Del mismo autor: “Circuitos penitenciales: los Vía Crucis como sendas de perfección”, Indagación: revista de historia y arte, 2 (1996), pp. 67-90; LÓPEZ Villalba, José Miguel: “La ermita de San Sebastián y los Judíos de Mondéjar”, Cuaderno de etnología de Guadalajara, 17 (1991), pp.7-32.
[3] MÚÑOZ JIMÉNEZ, J. M.: “Los escultores y pintores más destacados de la ciudad de Guadalajara entre 1550 y 1630”, Wad-al-Hayara, 14 (1987), pp. 397-399.
[4] PRADILLO ESTEBAN, P.J.: “Primeras noticias documentales de pasos de Semana Santa en Guadalajara (1551-1621), Boletín del Seminario de estudios de Arte y Arqueología, 62 (1996), pp. 343-344.
[5] Esta denominación aparece reflejada en el contrato de hechura de 1613 entre la Vera Cruz de Valfermoso de las Monjas y el escultor Agustín de la Pena y el pintor Antonio Calderón. Cfr. PRADILLO ESTEBAN, P.J.: “Primeras noticias documentales…” Op. Cit. p. 350.
[6] Sabemos que al menos en 1554 existía esta imagen, que sirvió de modelo para la Vera Cruz de Tendilla. Cfr. FERNÁNDEZ SERRANO, Tomás: “Transcripción de la autorización por la que se crea en la Villa de Tendilla la Cofradía y Hermandad de la Vera Cruz. Año de 1554”, Cuadernos de Etnología de Guadalajara, 2 (1987), pp. 69-84. Son numerosas las referencias en contratos que obligan a tomar como modelo la venerada imagen de la ermita de la Vera Cruz de Guadalajara. Cfr. PRADILLO ESTEBAN, Pedro José: “Primeras noticias documentales…” Op. Cit. 
[7] CÓZAR DEL AMO, Juan Manuel del; GARCÍA LÓPEZ, Aurelio: “Institución y organización de una procesión de Semana Santa por don fray Miguel de Yela Rebollo para los cofrades de la Vera Cruz de Auñón en 1666”, Cuadernos de etnología de Guadalajara, 25 (1993), pp. 383-388.
[8] El 30 de noviembre de 1621, el licenciado Diego Martínez, prioste de la Vera Cruz, encargó al escultor de Guadalajara Juan de la Fuente un paso de Jesús con la Cruz a cuestas ayudado por el Cirineo. Cobró 323 Reales. Aparte de este paso la Cofradía contaba con otros: Cristo atado a la columna, Santo Sepulcro y una Soledad. ABASCAL COLMENERO, Juan Manuel: Op. Cit. p. 98.
[9] Este paso era conocido popularmente como el “Paso de Dios” o “el trompetero”. Fue adquirido por la Cofradía de la Vera Cruz en 1693 por 505 reales. Archivo Histórico Diocesano de Sigüenza, Valdesaz, Cuentas 1626-1864. Libro de Cuentas de la Cofradía de la Vera Cruz 1626-1733, Cuentas, 17 de mayo de 1693, sin foliar.
[10] GARCÍA LÓPEZ, Aurelio: Op. Cit. p. 163.
[11] PRADILLO ESTEBAN, Pedro José: Op. Cit.
[12] En torno a 1630 la Vera Cruz de Horche adquirió un Cristo en el Sepulcro, un Cristo con la Cruz a Cuestas y años después un Cristo atado a la Columna y un Cristo Crucificado TALAMANCO, Juan de (O. de M.): Historia de la Ilustre y Leal Villa de Horche, señora de sí misma, con todas las prerrogativas de señorío y vasallaje. Madrid, 1748. pp. 178-179.
[13] PRADILLO ESTEBAN, Pedro José: “El “Libro de la Oración” de Fray Luis de Granada y “Los Judíos” de Mondéjar”, Cuadernos de arte e iconografía, Tomo 8, 15 (1999), pp. 215-246.
[14] CATALINA GARCÍA, Juan: Catálogo Monumental de la provincia de Guadalajara (manuscrito hacia 1906). Edición CD-ROM, Guadalajara, 2002.
[15] PRADILLO ESTEBAN, Pedro José: “El “Libro de la Oración”… Op. Cit. (1999), pp. 215-246.

11/29/16

Cofradías de la Vera Cruz en la Alta Alcarria (Guadalajara). 2ª parte

Recreación de la Soledad y Calvario de Trijueque, junto al antiguo camino Real que unía Madrid con Zaragoza.


Ermitas penitenciales: características generales y peculiaridades

La mayoría de las cofradías de la Vera Cruz contaban con una ermita en las afueras de las poblaciones donde custodiar sus imágenes y enseres. No eran templos de culto continuado. Ocasionalmente se celebraba misa en ellas. Sin embargo, eran lugares muy concurridos que suponían un referente en la vida espiritual de las localidades. En todo caso, son edificios vinculados al camino y al tránsito, donde rezar antes de partir de viaje o dar gracias por el feliz retorno. En algunas ermitas, como es el caso de la Soledad de Balconete y Utande, su carácter transitorio queda reforzado con la inscripción Oh vos omnes qui transivit per via… de las lamentaciones del profeta Jeremías.

Aunque por lo general las cofradías de la Vera Cruz eran corporaciones pobres y se sostenían en buena medida gracias a las donaciones los cofrades, la gran mayoría contó con ermita propia donde guardar sus imágenes y enseres. En ocasiones, su vinculación a cofradías del Rosario preexistentes que disponían de una ermita propia, les facilitó el asentamiento sin necesidad de levantar una nueva. Tal fue el caso de la Vera Cruz de Romancos que comentábamos en la primera parte. Un caso similar y muy bien documentado ocurrió en Horche: el 18 de julio 1565 el fraile dominico fray Pedro de Jaque, a la sazón obispo de Neocesárea, consagró a la Virgen del Rosario la ermita promovida por la cofradía homónima. En 1589 la hermandad se trasladó  a la parroquia, labrando un altar para su imagen titular. La ermita del Rosario se convirtió en sede de la Vera Cruz, entronizando en su altar mayor “la prodigiosa imagen de María Santísima en el doloroso paso de sola, y con su Santísimo Hijo muerto en sus brazos[1]. No siempre la vinculación de la Vera Cruz con el Rosario supuso el traslado de la titular de gloria a la parroquia. La ermita de la Virgen de la Vega de Tomellosa cuenta con dos espacios: el principal presidido por la Virgen de la Vega (cuyo culto se relaciona con el de la Virgen del Rosario, patrona de la localidad) y una capilla trasera donde se guardan los pasos de Semana Santa pertenecientes a la antigua Cofradía de la Vera Cruz[2].

Ermita de la Virgen de la Vega de Tomellosa. Los dos volúmenes se corresponden con las dos capillas, la delantera de la Virgen de la Vega, la trasera de la Vera Cruz.

Lo cierto es que, en la gran mayoría de los casos, las cofradías intentaron poseer una ermita propia. En las localidades donde no existía una cofradía del Rosario, las de la Vera Cruz tuvieron que hacer acopio de fondos para erigir una donde poder guardar sus imágenes. Sirva de ejemplo la Vera Cruz de Valdesaz: en 1625 son aprobadas sus ordenanzas por el arzobispo de Toledo. El año siguiente la cofradía pide permiso para construir su propia ermita. Entre 1629 y 1632 son continuos los pagos destinados a la construcción, entre otros al cantero Simón de Asas. Las obras se prolongaron más de lo necesario ante la incapacidad de reunir los fondos suficientes. Finalmente, en 1634 la ermita fue consagrada por el visitador del arzobispado de Toledo, a la sazón obispo de Bizerta[3].

Ermita de la Soledad. Valdesaz

Las ermitas son construcciones sencillas, generalmente cúbicas, formadas por un espacio único. Aunque son construcciones de carácter popular, podemos trazar una línea cronológica que nos permite establecer una evolución formal y estilística. La tipología más simple es aquella formada por una construcción de planta cuadrada o rectangular, con altar en el testero y puerta a los pies. Esta elemental tipología es común a todas las épocas. En algunas ermitas del siglo XVI, como Romancos , Fuentelencina, Gualda (San Roque) y Tendilla, el testero del altar presenta planta poligonal.
Ermita de la Soledad. Fuentelencina

Ermita de la Soledad. Romancos

Ermita de San Roque. Gualda

Ermita de la Soledad. Tendilla.

En los siglos XVII y XVIII se observa la tendencia a añadir sacristías, atrios y pórticos, como es el caso de Valdeavellano, con su pequeña sacristía tras el altar. La adición de estos elementos mantiene el eje longitudinal trazado por el altar mayor-puerta. Es muy extraño que las modificaciones lo alteren. Sin embargo, existe un caso, la ermita de la Soledad de Cifuentes, a la que se añadió un cuarto lateral a modo de almacén en el lado del Evangelio.

Ermita de la Soledad. Valdeavellano.

El espacio de volumen único poco a poco va desapareciendo con la adición de estos elementos, que, por otro lado, suponen la puesta en práctica de la arquitectura barroca del siglo XVII, en la que, al igual que ocurría en el románico, existe una jerarquización volumétrica de los espacios. Esta actualización se efectúa sobre ermitas preexistentes; sólo en un caso podemos hablar de una ermita construida como una “pequeña iglesia barroca” con nave, crucero con cúpula sobre pechina, presbiterio y pórtico: la ermita de la Soledad de Caspueñas.

Ermita de la Soledad. Caspueñas.

Mención especial merecen las de Atanzón y Horche.

La actual ermita de la Soledad de Atanzón es la suma de varias reformas efectuadas sobre una primitiva construcción del siglo XVI de planta cuadrada, a la que se añadió un pórtico de piedra sostenido por tres arcos sobre sendos machones. En una reforma posterior, este primer pórtico, de la misma anchura que el primitivo edificio, fue tapiado e insertado en el pequeño templo como un tramo secundario que antecede al presbiterio. El arco de los pies fue desmontado y en su lugar se construyeron unas puertas geminadas. Estas puertas se protegieron con un pórtico de madera sobre columnas toscanas. Finalmente, tras el altar mayor se levantó una sacristía-camarín con transparente, que iluminase desde atrás la imagen de la Soledad y el Santo Sepulcro situados en el altar mayor. Este espacio, cubierto con bóveda de lunetos, conserva restos de pinturas al fresco. La primitiva ermita, su ampliación a los pies y la sacristía-camarín forman al exterior un único volumen prismático cubierto por un tejado a cuatro aguas.
Ermita de la soledad. Atanzón.

Ermita de la Soledad. Atanzón. Las líneas de sillares marcan cada uno de los espacios: sacristía-camarín, presbiterio y antiguo pórtico.
Ermita de la Soledad. Atanzón. Presbiterio cubierto con bóveda de crucería. Altar mayor con transparente decorado con yeserías barrocas.
Ermita de la Soledad. Atanzón. Restos de pinturas barroca en la bóveda del camarín.

En Horche la evolución de la ermita siguió un camino parecido. La primitiva ermita de 1565, originalmente del Rosario, de la Soledad desde 1589, fue ampliamente modificada en 1692. Es probable que en ese momento adquiriese su actual aspecto de pequeña iglesia barroca con crucero cubierto por media naranja sobre pechinas con un tramo delante a modo de nave con tribuna alta a los pies. Detrás del altar mayor, la sacristía-camarín. A diferencia del ejemplo anterior, en éste se evidencia una jerarquización de volúmenes, destacando por su anchura y altura el crucero. A los pies un pórtico sostenido por cuatro columnas toscanas y un amplio atrio con poyos corridos.

Ermita de la Soledad. Horche. Media naranja sobre pechinas del presbiterio.
Ermita de la Soledad. Horche. Bóveda baida de la nave.
Ermita de la Soledad. Horche. Fuente: http://appfadeta.com/poi/ermita-nuestra-senora-de-la-soledad/

Un elemento definitorio de las ermitas penitenciales son las puertas geminadas en la fachada o puertas dobles (una en la fachada y otra en un lateral) que permiten el tránsito ordenado en el interior de las ermitas, meta estacional de las procesiones de Semana Santa que tomaban como punto de partida y regreso la iglesia parroquial. Estos vanos geminados, que hunden sus raíces en la arquitectura antigua, fueron ampliamente empleados en grandes templos durante el románico y el gótico, sobreviviendo en la modernidad en las ermitas penitenciales. Su relación con el carácter penitencial es tal que incluso aparecen en iglesias como la que antiguamente perteneció a la Cofradía de la Pasión de Valladolid y otros templos de la ciudad fundados sobre ermitas situadas en el extrarradio como el Salvador y la Magdalena[4]. Las puertas geminadas tienden a desaparecer en el siglo XVII en favor de fachadas con puerta única. Se ha asociado su desaparición a la incorporación de pasos cada vez más voluminosos[5]. No obstante, esta afirmación no es del todo concluyente, pues la aparición de pasos procesionales en la Alcarria fue temprana y paralela a la construcción de ermitas con dobles puertas[6].  Existen también otros factores que motivaron la construcción de una puerta frente a las geminadas, como son la escasez de recursos económicos o bien la reforma de la ermita inspirándose en modelos monumentales propios de una iglesia parroquial, como ocurrió en la susodicha reforma de Horche. 

Ermita de la Soledad. El Olivar.
Ermita de San Roque. Gualda.
Ermita de la Soledad. Yela.
Ermita de la Soledad. Utande.
Ermita de la Soledad. Tendilla.
Balconete. Traslados de pasos del Domingo de Ramos.

No obstante, las que cuentan con una sola puerta, ésta suele ser de grandes dimensiones, en algunas ocasiones, como Valdeavellano y Romancos, de mayor tamaño que las de la propia parroquia. Aquélla posiblemente construida a finales del siglo XVI o principios del siguiente, ésta del siglo XVII, sustituyendo posiblemente a una antigua portada geminada.

Ermita de la Soledad. Valdeavellano.
Ermita de la Soledad. Romancos

Clasificación de ermitas penitenciales de la SOLEDAD en la Alta Alcarria según sus puertas
Puertas geminadas
Dos puertas
Una puerta
Argecilla
Alocén
Aldeanueva
Atanzón
Berninches
Brihuega (capilla de la Vera Cruz)
Balconete
Fuentelencina
Budia
Cifuentes

Caspueñas (en ruina)
El Olivar

Castilmimbre
Fuentelviejo

Centenera
Gárgoles de Abajo

Cogollor
Las Inviernas

Fuentes de la Alcarria
Ledanca

Horche
Miralrío

Iriépal
Ruguilla

Irueste (Cristo del Humilladero)
Tendilla

Lupiana
Trijueque

Masegoso de Tajuña
Yela

Muduex
Durón (actualmente vivienda)

Tomellosa (Virgen de la Vega)


Trillo
Gualda* (San Roque)

Solanillos del Extremo
Mantiel * (San Roque)

Valdeavellano
Torronteras* (San Roque-arruinada-)

Valdesaz


Valfermoso de Tajuña
*ermitas con advocación de gloria, pero con posible función penitencial 

Yélamos de Abajo

Ermita de la Soledad. Alocén.
 
Ermita de la Soledad. Fuentelencina. Puerta lateral tapiada.
Ermita de la Soledad. Berninches. Fuente: http://www.pueblosdecastillalamancha.es/guadalajara/berninches

El sistema de cubrición de las ermitas es variado. Existen varias levantadas en el XVI cubiertas con bóveda de crucería estrellada, como es el caso de Atanzón y Tendilla. Otras conservan interesante techumbre de carpintería mudéjar, como es el caso de la ermita de Utande. En el siglo XVII se tiende a hacer bóvedas de yeso de medio cañón, con o sin lunetos, de media naranja sobre pechinas o baídas, siguiendo el estilo barroco del momento. Señalamos por su excepcional calidad las de Romancos, Balconete y la ermita de San Roque de Gualda, esquifadas con decoración de casetones. Las dos primeras fueron vivamente policromadas con motivos vegetales, ángeles y los “improperios”. Desafortunadamente las goteras han hecho desaparecer buena parte de estos interesantes conjuntos.
Tampoco faltaban los retablos, generalmente barrocos, que servían de marco para las imágenes. Debió ser también importante la realización de retablos de estuco, como los conservados en las ermitas de Romancos y Balconete.
Cubierta de la ermita de la Soledad de Fuentes de la Alcarria. 

Ermita de la Soledad. Romancos
Ermita de la Soledad. Balconete.
Ermita de la Soledad. Balconete.
Ermita de San Roque. Gualda.

La devoción y el esplendor de las antiguas Cofradías de la Vera Cruz de los siglos XVI y XVII decayó en la segunda mitad del XVIII. En el siglo XIX y XX este decaimiento continúa, desapareciendo muchas cofradías en estas centurias. En algunos casos las ermitas quedaron completamente desatendidas y finalmente arruinadas.

Ermitas de la Soledad desaparecidas en la Alta Alcarria
Alaminos (destruida en la guerra civil)
Almadrones
Barriopedro (iglesia parroquial desde 1940)
Brihuega (desaparecida en el siglo XIX)
Guadalajara (destruida en la guerra civil)
Guadalajara (del Rosario -también llamada de la Vera Cruz-)
Torija
Villaviciosa de Tajuña (desaparecida 1970ca)


En el entorno de las ermitas existen elementos vinculados a su función estacional y penitencial. Un elemento que pasa completamente desapercibido, y que debió existir en las ermitas asentadas en un terreno llano, fue un andito de unos dos metros de anchura que permite circundar las ermitas, el cual está en relación con la función estacional de las mismas. Este elemento hoy es conservado y usado en Atanzón y Romancos, circunvalando las procesiones la ermita antes de entrar o antes de partir en dirección a la iglesia parroquial.

Ermita de la Soledad (desaparecida). Guadalajara. Tomás Camarillo. Fuente: http://www.cefihgu.es/foto/cam-1554/
Ermita de la Soledad. Balconete. Andito asfaltado por la parte lateral y trasera.

Otros elementos más vistosos situados en el entorno de las ermitas son los calvarios y los Vía Crucis[7]. En la ciudad de Guadalajara, junto al edificio levantado sobre la desaparecida ermita de la Soledad se encuentra el popularmente conocido como paseo “de las Cruces”, denominación habitual que se impone al nombre oficial (Doctor Fernández de Iparraguirre). Su nombre es debido a un desaparecido Vía Crucis de piedra. Hoy en día solo se conserva parcialmente el de Aldeanueva, que, partiendo de la iglesia parroquial, termina en la ermita de la Soledad. En Horche existió otro que terminaba en la antigua ermita de Santa Ana hoy bajo la advocación de San Isidro. Junto a las ermitas pueden existir también cruces de hierro o piedra como en Balconete o Atanzón.

Vía Crucis (12ª Estación). Aldeanueva.

Los Calvarios, representaciones simbólicas de la cruz de Cristo flanqueada por dos de menor tamaño suelen aparecer en el entorno de las ermitas. Existe en Guadalajara una tipología[8] de Calvario compuesto por un zócalo de piedra que se asemeja al monte Calvario, rematado en un tejado a dos aguas de sillar sobre el que se asientan tres cruces. A esta tipología pertenecen los de Trijueque o el de Yélamos de Abajo, situado a la entrada del pueblo, pero existen otros más sencillos compuestos por una cruz entre olivos, como los conservados junto a las ermitas de Alocén y Romancos. Destaca por su antigüedad el de Fuentes de la Alcarria, compuesto por tres columnas sobre un zócalo de sillares rematadas en cruces de piedra. Se conserva parcialmente.

Vía Crucis. Trijueque.
Calvario. Yélamos de Abajo.
Calvario (junto a la ermita de Santa Lucía). Budia. Fuente: http://budia.es/web/historia/16-patrimonio-historico/22-ermita-de-santa-lucia-y-el-calvario-de-piedra.html
Calvario (junto a la Soledad). Romancos.
Calvario (junto a la Soledad). Alocén. Fuente: http://www.alocen.es/ermita-soledad/
Calvario (junto a la ermita de la Soledad). Fuentes de la Alcarria.

A.R.



[1] TALAMANCO, Juan de (O. de M.): Historia de la Ilustre y Leal Villa de Horche, señora de sí misma, con todas las prerrogativas de señorío y vasallaje. Madrid, 1748. pp. 173-181
[2]  Se desconoce la fecha de construcción de la ermita. Es probable que en torno a la reforma documentada en 1624 adquiriera su actual disposición. Vid. ABASCAL COLMENERO, Juan Manuel: Tomellosa a la luz de su archivo. Guadalajara, 2005. pp. 98-100
[3] ROMERA SOTILLO, Álvaro: “La Cofradía de la Santa Vera Cruz de Valdesaz”, Cuadernos de Etnología de Guadalajara, 42-44 (2011-2012), pp. 320-322.
[4] En el caso del Salvador la fachada se adorna con motivos de la Pasión. Vid. SÁNCHEZ RIVERA, José Ignacio; GONZÁLEZ FRAILE, Eduardo: Humilladeros de la provincia de Valladolid. Valladolid, 2003, p. 11.
[5] ÍDEM.
[6]  PRADILLO ESTEBAN, Pedro José: “Primeras noticias documentales de pasos de Semana Santa en Guadalajara (1551-1621)”, Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología, 62 (1996), pp. 337-154.
[7] PRADILLO ESTEBAN, Pedro José: “Circuitos penitenciales: los Vía Crucis como sendas de perfección”, Indagación: revista de historia y arte, 2 (1996), pp. 67-90; PRADILLO ESTEBAN, Pedro José: Vía Crucis, calvarios y sacromontes: arte y religiosidad popular en la contrarreforma (Guadalajara, un caso excepcional). Guadalajara, 1996. 
[8] Esta tipología fue establecida por Pradillo Esteban. ÍDEM.